Irina Granovskaia fue asesinada el 16 de julio de 2017 por su compañero sentimental, Stefan S., en el domicilio que compartían en la calle Marqués de Zenete de València. Así lo ha considerado probado un jurado popular tras hallar culpable por unanimidad al acusado de un delito de asesinato con la circunstancia agravante de parentesco. No obstante, los miembros del jurado no han apreciado la agravante de discriminación por razones de género, pese a tratarse de un crimen machista.

De igual modo tampoco han considerado probado el delito de incendio con riesgo para las personas pese a reconocer como acreditado que el acusado volvió a la casa para eliminar vestigios de su crimen tras dejar solo al hijo de siete años de su víctima en una hamburguesería próxima. Aunque provocó el fuego, consideran que éste no puso en riesgo la vida de los vecinos de la finca, ni siquiera la del inquilino que se encontraba dentro de la vivienda y que no se percató del mismo hasta la llegada de la policía.

La Fiscalía solicitaba 34 años de prisión por el asesinato y el incendio con riesgo para las personas, aunque tras el veredicto la pena rondará los 19 años de cárcel únicamente por el delito de asesinato. La acusación particular, ejercida por el letrado Ignacio Amat, mantiene la petición de pena por el incendio por lo que la suma ascendería a los 35 años de prisión.

El veredicto de culpabilidad se fundamenta en las numerosas pruebas e indicios que había contra el procesado, de 33 años y nacionalidad búlgara. Entre ellas el posicionamiento de uno de los teléfonos móviles que usaba el acusado, el cual lo sitúa a la hora del crimen en la casa y sus movimientos posteriores cuando huyó a Alcossebre. Asimismo la policía halló ADN de Irina y del propio Stefan en una toalla manchada de sangre, con la que terminó de asfixiarla tras propinarle una brutal paliza.