Aunque ahora haya sido absuelto de las amenazas a la joven con la que inició una relación sentimental al poco de ingresar en prisión tras su detención por la violación y asesinato de la menor Vanessa Ferrer, de solo quince años, en la propia sentencia que lo condena a una pena de prisión permanente revisable y 17 años de cárcel se refleja el carácter machista del acusado, compatible con lo que denunciaba la víctima, «de que si se enteraba de que estaba con otro chico fuera de prisión lo mataría a él y a ella». El jurado popular apreció la circunstancia agravante de género, que planteó el letrado de la acusación particular, Juan Molpeceres, y la sentencia especifica que Rubén Maño actuó movido por el hecho de dejar patente su superioridad y dominación masculina sobre la menor, por el hecho de ser mujer». Al tratarse de un asesinato cometido sobre víctima menor de 16 años y ser subsiguiente a un delito contra la libertad sexual, el asesino de Chella fue condenado a la máxima pena que contempla la Justicia española, la prisión permanente revisable.