“La quería con toda mi alma”, asegura el acusado de estrangular a su mujer en Mislata

El policía jubilado insiste en que cuando regresó de pasear al perro la casa ya estaba en llamas y argumenta que no rescató a su mujer porque no la vio dentro

El policía local jubilado acusado de asesinar a su mujer en Mislata en la Nochebuena de 2020.

El policía local jubilado acusado de asesinar a su mujer en Mislata en la Nochebuena de 2020. / I. Cabanes

“La quería con toda mi alma, era el amor de mi vida”. Ese es el mensaje que ha tratado de transmitir a los miembros del jurado popular Juan Carlos G. H, el expolicía local de Mislata acusado de asesinar a su mujer en la Nochebuena de 2020 y provocar un incendio para tratar de encubrir su crimen. Un amor incondicional hacia su esposa, por el que soportaba supuestos malos tratos por parte de ella cuando él se negaba a comprarle alcohol y que le impedía divorciarse, ante el riesgo de que acabara quitándose la vida, dados los continuos intentos de suicidio de su “nena”.

Sin embargo, esta imagen de hombre enamorado y preocupado por el bienestar de su esposa dista mucho de la que refleja su comportamiento la noche de los hechos y en días posteriores, según las declaraciones de los testigos, que lo vieron más preocupado por el perro y los bienes materiales que por el estado de su mujer. «Nos vamos a tomar unos whiskys, yo pago», comentó con el cadáver de Amparo todavía caliente.

También contrasta con la actitud mostrada en la llamada efectuada al teléfono de emergencias alertando del fuego. Dos especialistas en Análisis de la Conducta de la Unidad Central de la Policía Nacional que analizaron dicha llamada al 112 han explicado en la sesión de hoy del juicio los indicadores que les llevaron a concluir que “su discurso no era creíble” y a manejar la hipótesis de que “la persona que realizó esa llamada podía estar implicado directa o indirectamente en los hechos”.

“Mándenme a los bomberos, que se ha pegado fuego el sofá, … en Mislata, … Está saliendo mucho humo y no puedo entrar, …, es el tercer piso”, este es el contenido inicial de la llamada, efectuada por el acusado a las 19.42 horas del 24 de diciembre de 2020, de un minuto y 24 segundos de duración. No es hasta pasados 50 segundos, y ante la pregunta del operador, cuando alerta de que su mujer está en el interior de la casa. “Mi mujer no sé dónde está, …, creo que sí, que está dentro de la casa”.

“No se percibe por la emoción en la voz, preocupación”, han remarcado las especialistas de la Policía Nacional. “Llama la atención de que no haya urgencia en la llamada, no menciona a la víctima hasta que no le preguntan, no aporta una cantidad de información y muestra distanciamiento con el hecho”, han expuesto, a la vez que choca el orden de prioridades del sospechoso, que lo primero que señala son los daños que se están produciendo en el sofá. Como ha expresado el fiscal en su informe, “hay llamadas al telepizza más emotivas que su llamada al 112”.

Los forenses certifican que Amparo fue estrangulada tras hallar nueve lesiones hemorrágicas en el cuello

Pero sin lugar a dudas la prueba que ha terminado hoy de zanjar cualquier posibilidad exculpatoria ha sido la contundencia de los médicos forenses del Instituto de Medicina Legal que realizaron la autopsia. Amparo Cortés fue estrangulada, como así prueban las nueve lesiones hemorrágicas halladas en el cuello de la víctima, todas ellas perimortem - en el momento próximo a la muerte -.

La defensa del presunto asesino, representado por el letrado Víctor Soriano, se aferraba a la expresión utilizada por los forenses en su informe de autopsia, en el que concluían que “no se permite descartar una muerte de etiología homicida”. No obstante, la respuesta del forense ha aclarado este aspecto. “Los médicos somos cautos en el lenguaje”, para acto seguido afirmar en sala ante el jurado que “después de haber estudiado meticulosamente el caso llegamos a la conclusión inequívoca de que la muerte se produjo por una asfixia mecánica por estrangulamiento, la única posibilidad que para nosotros resulta plausible”, ha puntualizado con rotundidad el forense Manuel Fenollosa.

Para llegar a dicha conclusión fueron descartando el resto de posibles causas de la muerte, que han detallado en el juicio ante las preguntas del fiscal. Así, se descartó que muriera como consecuencia del incendio ya que no se hallaron restos de humo en los pulmones, ni la concentración en sangre de carboxihemoglobina (producto de la combustión) era letal. Presentaba un 10%, cifra normal en cualquier persona que viva en una ciudad o sea fumadora, según apuntó otra especialista en Toxicología.

También se descartó que muriera por causas naturales y la posibilidad de un suicidio en sus distintas modalidades, tanto por una sobredosis de medicamentos (en el examen toxicológico no se halló sustancia alguna, tampoco el lorazepam con el que se medicaba la víctima, según indicó el acusado a la policía) como por una intoxicación por alcohol. De hecho, los forenses determinaron que la víctima se encontraba en un estado de embriaguez no letal, con un alto grado de alcohol en sangre, concretamente 2,16g/l, - las tasas letales son a partir de 4 g/l – lo que juega además en contra del acusado, al demostrar que en caso de que el jurado estime probado que fue él quien la estranguló, se trataría de un asesinato y no de un homicidio al darse la circunstancia de alevosía. “Sabía que la principal debilidad de Amparo era el alcohol y se aprovechó de ello para estrangularla sin que pudiera defenderse”, remarcó el fiscal en su informe.

Para ser más ilustrativo sobre la causa de la muerte, el fiscal ha aportado unas fotos de los músculos y los huesos del cuello y el forense ha ido explicando detalladamente, señalando en una pantalla, dónde fueron localizadas las nueve lesiones en el esqueleto laríngeo y en la musculatura del cuello que indican que la víctima fue estrangulada. Además, también han descartado la posibilidad de que pudiera asfixiarse ella misma.

Lo único que no han podido determinar los forenses con exactitud de relojero es la hora a la que se produjo el fallecimiento, si bien sí explicaron que según el contenido alimentario (como un trozo de una gamba todavía en fase de digestión) hallado en el estómago de la fallecida, la muerte se habría producido poco después de la comida. Si tenemos en cuenta que el propio acusado manifestó inicialmente que comieron en torno a las 15.00 horas, esto desmontaría su versión de que cuando salió de casa a las siete de la la tarde para pasear al perro Amparo todavía estaba viva.

Los expertos que analizaron la llamada al 112 del presunto asesino aseguran que su discurso no es creíble

Juan Carlos G., que no quiso responder a las preguntas del fiscal, insistió nuevamente en que cuando regresó de pasear al perro la casa ya estaba en llamas, que entró a la casa accediendo a rastras hasta el comedor, e intentó apagar el fuego llenando una palangana de agua en la cocina. Sin embargo, el jurado, que ha seguido atentamente el juicio, acorralaron con sus preguntas al procesado y éste comenzó a incurrir en numerosas contradicciones o incongruencias.

Según mantiene, no rescató a su mujer porque no la vio dentro, ya que había nula visibilidad, cuando esgrime que sí fue capaz de alumbrarse con una pequeña linterna que curiosamente tenía en la entrada. Incluso introdujo que tuvo tiempo de abrir la ventana de la cocina para verse mejor (aunque era de noche y esto habría avivado las llamas como debía saber por su condición de policía).

También niega que tuvieran problemas de convivencia y ante las preguntas de su letrado indicó que la única detención por malos tratos quedó en nada porque se acreditó que su mujer se había autolesionado, o al menos eso reconoció ella posteriormente. Respecto a los problemas con la bebida de su esposa, éste indicó que bebía desde hacía doce años, aunque solo unos minutos antes había manifestado que su mujer le decía que bebía para poder soportar el Covid-19.

Sobre las lesiones que presentaba su esposa en el cuello no tuvo explicación alguna. “No lo sé, no estaba allí dentro”, respondió tajante. Su defensa trató de introducir en su informe la posibilidad de que una tercera persona hubiera entrado mientras él estaba paseando al perro y hubiera estrangulado a su mujer, ya que las investigadores del grupo de Homicidios de la Policía Nacional reconocieron que centraron las investigaciones sobre él debido a un antecedente de una violación por la que fue juzgado y absuelto, y cuya víctima murió como consecuencia de un incendio originado en su casa apenas dos días antes del juicio. El fiscal pidió al jurado que no tuvieran en cuenta este indicio policial, para evitar posibles nulidades al ser unos hechos que no son objeto de este juicio.

Respecto a los numerosos intentos de suicidio de la víctima, que relataron en la sesión del martes excompañeros de la Policía Local de Mislata, el fiscal quiso aclarar que una vez descartada la posibilidad del suicidio como causa de la muerte, poco sentido tiene que fueran desfilando uno a uno los agentes para acreditar un hecho que no estaba en discusión. Además, a diferencia de los episodios autolíticos anteriores, donde los vecinos aseguran que siempre escuchaban gritos, o incluso la propia policía reconoció que podían ser formas de Amparo de llamar la atención, esa tarde el silencio imperó en el domicilio de la calle Buen Pastor de Mislata. “Por muchas veces que una persona se haya intentado suicidar su vida vale lo mismo, y después del juicio estoy absolutamente convencido de que el acusado estranguló a Amparo aprovechando su mayor debilidad, el alcohol”, concluyó el fiscal.