Diario de un jurado: "Te costaba ver que que esa persona hubiera podido matar a un niño"

Levante-EMV habla con tres personas que formaron parte de diferentes jurados populares en los que se juzgaron delitos de asesinato

Con la aprobación de la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado en 1995 los ciudadanos pasaron a intervenir directamente en el sistema judicial

Marina Falcó

Marina Falcó

"No es fácil levantar la mano y enviar a un muchacho a su muerte sin hablarlo antes" ('Doce hombres sin piedad'. Sidney Lumet, 1957).

Amparo, Manuel y Salvador no tienen, a priori, demasiadas cosas en común. Lo único que les une es que son valencianos, que esos no son sus verdaderos nombres y que los tres formaron parte de un jurado popular.

Este trío tuvo que decidir, cada uno en una causa distinta, acerca de la culpabilidad o no culpabilidad de un acusado. Porque el jurado popular no impone la condena, eso es trabajo del presidente del Tribunal, sino que las nueve personas y dos suplentes que conforman esta figura jurídica son los encargados nada más, ni nada menos, de determinar la implicación de las personas que se sientan en un banquillo.

¿Cómo se afronta un compromiso de tal magnitud? ¿Qué se siente al decidir sobre el futuro de una persona?

Levante-EMV ha tenido la oportunidad de hablar con estos exmiembros de jurado para conocer de la mano de testigos directos cómo es el día a día de los encargados de dirimir sobre la culpablidad o inocencia de un encausado desde que son seleccionados hasta que se emite el veredicto.

Casos con jurado que fueron mediáticos

La ley del jurado data del año 1995, veintiocho años después son numerosos los casos que se han resuelto en la sala específica que existe en los juzgados para celebrar los juicios con jurado popular. Algunos de estos casos en los que participó el tribunal popular despertaron el interés general y recibieron mucha cobertura mediática. Pocas personas no habrán leído u oído hablar del caso Maje, el asesino de Conde Altea, Marta Calvo o el caso Sala. Pero también fue juzgado por un tribunal popular el expresidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps por el conocido como 'caso de los trajes'.

Precisamente en juicios con jurado popular participaron Amparo, Manuel y Salvador. Los tres por delitos de homicidio o asesinato, y en dos de ellos las víctimas mortales eran, además, niños muy pequeños.

Vaya por delante que no todos los delitos son juzgados con un jurado popular. Según la ley que lo regula solo algunos supuestos del código penal se juzgan con ciudadanos. Además de los ya mencionados también se resuelven los de allanamiento, amenazas, omisión del deber de socorro, cohecho, tráfico de influencias, malversación de caudales públicos, fraudes y exacciones ilegales, infidelidad en la custodia de documentos, negociaciones prohibidas a funcionarios e infidelidad en la custodia de presos.

El jurado, un "retrato perfecto de la sociedad"

La selección de los miembros del jurado se hace de una forma totalmente aleatoria mediante un sorteo bienal entre el censo de personas mayores de 18 años de toda la provincia de Valencia. Los elegidos pasan a formar parte de una bolsa y son convocados según se van celebrando los juicios.

Los requisitos para formar parte de un jurado son ser español mayor de edad, encontrarse en el pleno ejercicio de sus derechos políticos, saber leer y escribir, residir en la provincia donde se cometió el delito y contar con la aptitud suficiente para el desempeño de la función de jurado. Cumpliendo estas condiciones, usted puede ser miembro de un jurado. Así que no resulta complicado imaginar que los perfiles que conforman el tribunal popular son de lo más variopintos.

"Te metes tanto en la historia que llegas a empatizar también con el acusado"

Manuel

— Exmiembro de jurado

Para Manuel las once personas de su jurado constituían un "retrato perfecto de la sociedad española". Fontaneros, empresarios, amas de casa y estudiantes fueron algunas de las ocupaciones que desempeñaban sus compañeros. Característica que se repetía, como es lógico, en el caso del jurado del que formó parte Amparo, "había desde señoras de más de 65 años hasta jóvenes de poco más de 20. Muy diferentes entre nosotros pero en realidad todos de clase obrera, que a fin de cuentas representa a la sociedad general", reflexiona. Sin embargo un aspecto que llamó la atención de Amparo fue el "punitivismo" que percibió entre sus compañeros, la necesidad entre personas de un perfil proletario de castigar el crimen, aunque, según señala durante su charla con Levante-EMV, "a fin de cuentas es algo muy presente en la sociedad".

Dudas y emociones

Otro de los puntos en los que coinciden los tres testimonios es en la cantidad de dudas que van surgiendo según avanza la vista oral. Si bien al comienzo uno puede hacerse una idea de cuál es la implicación de los acusados en el crimen, conforme los letrados y fiscales desarrollan su papel en el juicio aparecen las dudas. "Ahí es cuando te das cuenta de lo que diferencia a un buen abogado de uno que no lo es tanto: en sembrar la duda en los detalles", apunta Manuel.

"El fiscal fue muy emocional. En su alegato dijo 'Aunque alguien vaya a pagar por su muerte, la mayor pena es que este niño no tiene quien le llore"

Amparo

— Exmiembro de jurado

Ese cúmulo de claroscuros provoca otro planteamiento: "empiezas a pensar que son muchos años de condena y, en este juicio, el sentir general es que no había nada claro. Teníamos la intuición de que estaban implicados pero no hubo forma de probarlo", rememora este joven. Por eso, los acusados -en este caso eran varios- salieron absueltos. "Quizás la acusación debió hacerlo mejor", recapacita.

Las indecisiones también aparecieron durante el juicio en el que intervino Salvador. Si bien al comienzo del juicio la mayoría del jurado estaba convencida de que el acusado era culpable pero no era consciente del daño que podía causar con sus actos, cuando se sentaron a deliberar, las opiniones ya no eran exactamente las mismas. Pero estos vaivenes no dependen solo de los testimonios y pruebas mostradas durante el juicio en los que los miembros del jurado deben basarse para argumentar sus decisiones.

Para este exmiembro de jurado, "la deliberación con los compañeros puede hacer que cambies de parecer. Hay gente que es muy convincente y que tiene las ideas muy claras, entonces el que está dudando al final se sube al carro mayoritario". No fue su caso. Él mantuvo su postura en todo momento en un proceso en el que el acusado fue declarado culpable.

Por otra parte, las emociones en un juicio de jurado popular juegan un papel relevante. Para la acusación pueden ser un arma muy potente a su favor, pero para las defensas ese 'cuchillo' tiene doble filo.

"El fiscal creo que fue muy emocional, teniendo en cuenta que éramos un jurado popular", valora Amparo. Si bien es cierto que el caso al que tuvo que enfrentarse esta mujer fue especialmente cruento por la corta edad de la víctima, una de las frases del alegato final de la acusación pública marcó la diferencia: "Aunque alguien vaya a pagar por su muerte, la mayor pena es que este niño no tiene quien le llore".

Empatizar

A lo largo de las sesiones que dura un juicio se escuchan numerosos testimonios. El desfile de testigos es clave para conocer casi todo lo que rodea a un caso y a una investigación. "Te enteras de los problemas no solo del entorno de la víctima, sino que también escuchas a la familia y allegados de los presuntos autores. Son tantas horas y es tan intenso que te metes en la historia y llegas a empatizar también con los acusados", cuenta Manuel.

"Había gente que tenía un poquito de prisa por irse a casa. Algo que me parece terrible"

Salvador

— Exmiembro de jurado

La evolución del proceso fue decisiva en el caso de Amparo. Durante la primera sesión escucharon al acusado quien defendía su inocencia y de aguna manera "podías querer creerle" porque "te costaba ver que esa persona que tenías delante hubiera podido matar a un niño".

Sin embargo, la narrativa cambió con el turno de las testificales de los peritos. La declaración de los expertos y una pregunta pertinentemente formulada por el jurado -estos pueden plantear dudas a los testigos a través del magistrado presidente- cambió las tornas inclinando la balanza. Tanto fue así, que este asesino sí fue declarado culpable.

Entonces ¿jurado sí o no?

Tras la experiencia vivida, la pregunta es obligada ¿crees que el jurado popular es una herramienta apropiada?

Las posturas de Amparo y Manuel no son radicalmente opuestas. "Sigo confundido al respecto", confiesa él. "Como experiencia me encantó y me conectó con el sistema de Justicia al que conocí un poco mejor", además cree importante la participación directa de la ciudadanía en "una de las patas del sistema democrático".

Ante la cuestión de si los acusados deben temer el veredicto de un jurado popular, Manuel lo tiene claro con respecto al caso en el que participó. "No. Creo que el resultado hubiese sido el mismo si la decisión la hubiera tomado un juez", sentencia.

Por su parte Amparo y Salvador vivieron en sus respectivos jurados un hecho común que sí les ha generado dudas al respecto. "Tengo que decir que había gente que tenía un poquito de prisa por irse a casa. Algo que me parece terrible", se lamenta Salvador.

En el caso de Amparo preguntó durante la deliberación si era posible cambiar un adjetivo en una pregunta del objeto del veredicto. Hacerlo, le explicaron, suponía que los 11 debían quedarse a dormir en el hotel que Justicia habilita para que los jurados hagan noche en caso de que se extienda el tiempo de reunión. "Yo no tenía hijos a mi cargo ni que dar explicaciones, pero el resto de personas sí que tenía familia o trabajos a los que volver y les urgía", así que eso la persuadió para renunciar a ese cambio en el matiz. Pero la duda persiste, si hubiesen eliminado el calificativo de 'brutal' junto a la palabra paliza ¿hubiera cambiado algo en la condena?

"Tengo una opinión un poco indefinida, pero si tengo que decantarme creo que aunque los profesionales del derecho también son perfectibles, al menos tienen un compromiso con la objetividad o deben tenerlo. Entonces creo que el jurado popular es dentro de la imperfección que es toda la justicia, una medida un poquito más imperfecta".

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