Rebajan cinco años la pena al policía que estranguló a su mujer en Mislata

El TSJCV confirma los 20 años de prisión por asesinato pero le impone solo cinco por el incendio

«Mándame los bomberos que se ha pegado fuego en el sofá, hay mucho humo y no puedo entrar». La llamada de Juan José G. H. al 112 que puso bajo la lupa de los investigadores a este policía local ya jubilado, y que supuso uno más de múltiples indicios que llevaron a un jurado popular a declararlo culpable del asesinato de su esposa, María Amparo Cortés, hallada muerta en la Nochebuena de 2020 en su domicilio de Mislata, le ha servido a su vez para rebajar en cinco años de cárcel la pena de treinta años impuesta por la Audiencia Provincial de Valencia. El Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana ha estimado parcialmente la solicitud de su defensa, ejercida por el letrado Víctor Soriano, sobre el delito de incendio con riesgo para las personas «atendiendo a la menor entidad del peligro causado y las demás circunstancias del hecho», entre ellas que fuera él mismo quien alertó del fuego, que se encontraba confinado en la vivienda.

Hasta pasados 50 segundos de dicha llamada, y a instancias del operador, el condenado no hizo referencia alguna a que en el interior estaba su mujer. Esta «ausencia de urgencia o premura por el auxilio de su esposa», por la que no se muestra preocupado en ningún momento, su discurso «lineal, coherente, tranquilo y sin emoción por la voz», llevó a la Sección de Análisis de la Conducta de la Unidad Central de Inteligencia de la Policía Nacional a determinar que se trataba de un «discurso no creíble» y «que la persona que hizo la llamada podía estar implicado directa o indirectamente en los hechos».

Aunque el TSJCV rebaja de diez a cinco años y un día la pena por el delito de incendio, la condena por el delito de asesinato se mantiene en veinte años de prisión al no tener duda alguna el tribunal sobre la autoría del acusado y sobre la alevosía, según los hechos declarados probados por el jurado en base a lo que califica de «caudal indiciario abundante y rico en detalles».

Juan José G. H. se aprovechó, del estado de ebriedad que presentaba su esposa, «sabiendo que le era imposible o muy difícil defenderse». De hecho, la víctima presentaba una tasa de alcohol en sangre de 2,16 g/l, no letal pero que sí la hacía especialmente vulnerable frente a su asesino. 

Este crimen machista se produjo el 24 de diciembre de 2020 cuando el expolicía local de Mislata acabó con la vida de su esposa «cogiéndole del cuello y comprimiéndole hasta dejarla sin respiración, produciéndole la muerte por asfixia». Como así reflejaban las nueve lesiones halladas en el cuello después de una compleja autopsia que fue descartando una a una todas las posibles causas de la muerte. Desde que hubiera fallecido por el incendio, al no hallar restos de humo en los pulmones. Así como que se tratara de una muerte natural, o un suicidio, pese a las 55 ocasiones anteriores en que lo había intentado.

Sobre esta posibilidad la sentencia matiza que «aun cuando puede afirmarse la tendencia autolítica en María Amparo» en esta ocasión «se evidenció un patrón de comportamiento diferente, tanto en la actuación previa –no hubo gritos, ni lloros, ni golpes–, como en el medio utilizado».

La defensa planteó la hipótesis de que una tercera persona hubiera entrado en la casa en el momento en el que su cliente bajó a pasear al perro, pero la Sala remarca que «todos los indicios convergen en la racional inferencia de autoría del acusado». Los forenses acotaron la data de la muerte a una hora próxima a la comida, ya que la víctima todavía tenía restos sólidos de alimentos en proceso de digestión. A esa hora el propio acusado reconoce que estaba en casa a solas con su mujer.

Una llamada cuando hacía horas que estaba muerta

Además, una llamada a las 19.37 horas efectuada desde el teléfono de la víctima al del acusado –posiblemente para hacer creer que todavía estaba viva– cuando ya hacía horas que había muerto y solo cinco minutos antes de la llamada al 112, también desmonta su relato.

No fue necesario ni tan siquiera que el jurado entrara a valorar que este mismo policía ya consiguió ser absuelto hace más de veinte años de violar a una mujer estando de servicio, después de que la víctima muriera como consecuencia de otro incendio, con demasiadas similitudes, originado dos días antes del juicio.