Juicio del tiroteo mortal en Torrent: “No vas a poner más flores, te vamos a matar”

Los testigos del doble crimen identifican sin género de dudas a los tres acusados como autores del tiroteo en el cementerio de Torrent el día de Todos los Santos

Ramón G. F, alias ‘el Bobo’, presunto autor material de los disparos

Ramón G. F, alias ‘el Bobo’, presunto autor material de los disparos / Miguel Angel Montesinos

“Una avalancha de gente corría despavorida y gritando: ‘¡lo han matado, lo han matado!’, ‘Ha sido el Bobo, de los Bocanegra’”. Así recuerdan el caos de los instantes más inmediatos al doble crimen los agentes de la Policía Local que acudieron abriéndose paso para a auxiliar a las víctimas tras escuchar tres detonaciones en el interior del cementerio de Torrent el día de Todos los Santos de 2021. Ya en ese primer momento los testigos identificaron al presunto autor material de los disparos que acabaron con la vida de Antón García, de 45 años, y de José Luis Puig, de 79, quien fue alcanzado por una bala perdida.

La segunda sesión del juicio contra tres miembros del clan de los ‘Bocanegra’ por dos delitos de asesinato consumado y un tercero en grado de tentativa ha servido para desmontar la tesis exculpatoria de las defensas. Tres testigos familiares de Antón - su padre, su viuda y un hijo que resultó herido de bala en la pierna – han identificado sin género de dudas a los tres acusados como autores del doble crimen. Ramón G. F, alias ‘el Bobo’, como la persona que apretó el gatillo, su madre Amparo F. G. la que sacó el arma que portaba escondida entre sus ropas, y su marido, Ramón G. M., conocido como el ‘Mone’, quien también hizo ademán de usarla antes de que se le cayera al suelo. Los tres tenían la intención de matar.

Estos testigos presenciales del tiroteo han relatado ante el jurado lo ocurrido en la mañana del 1 de noviembre de 2021 en el camposanto de Torrent. Los familiares de Antón, que han insistido en que no pertenecen a ningún clan y que no tenían ningún tipo de rencillas con los ‘Bocanegra’, acudieron al cementerio a llevarle flores a la tumba de la mujer de Juan y madre de Antón. Junto a estos dos iban la esposa de Antón, su hijo Pedro (el herido de bala) y dos hijas menores de edad.

En la misma calle del cementerio donde estaba la tumba de su familiar, separada por escasos metros, se encuentra la lápida de un hijo del matrimonio acusado, Luis G. F., fallecido en extrañas circunstancias en octubre de 2018.

Aunque Antón siempre se había mantenido al margen de las disputas entre sus primos, del clan de los ‘Marco’, con los ‘Bocanegra’, cuando coincidieron en el camposanto esa mañana con seis miembros de este clan (entre ellos los tres acusados), los testigos aseguran que éstos les amenazaron de muerte y les instaron a marcharse de allí.

“No vas a poner más flores, te vamos a matar”, escuchó Juan, el patriarca. Este testigo, un hombre pacífico que había trabajado como conserje en un colegio de Torrent, asegura que no quería problemas pero que fue todo muy rápido y enseguida los acusados comenzaron a golpearle con palos y garrotas. “Pasó de todo menos bueno”, recuerda con pesar,

En un momento dado de la agresión, la acusada “sacó del delantal una pistola y se le cayó al suelo, la cogió y se la dio al padre, se le cayó y la madre se agachó y se la dio al hijo”, ha detallado este testigo. Relato que ha sido corroborado por su nieto y por su nuera.

A los acusados no les importó que junto a Antón y su padre estuvieran las nietas de éste, de siete y nueve años, cuando abrieron fuego contra ellos.

Por si no fuera suficiente con la identificación de los testigos, las investigaciones realizadas por el grupo de Homicidios de la Policía Nacional también confirman la implicación de los acusados en el doble crimen. Por un lado, el posicionamiento del teléfono móvil de la acusada la ubica en Torrent la mañana en la que se produjo el tiroteo, cuando tanto ella como su marido alegaron que estaban en el cementerio de València. Asimismo, el reguero de sangre con ADN suyo en el camposanto de Torrent y las intervenciones telefónicas, en especial una conversación con otro hijo preso, los implican directamente en los asesinatos.