El procesado que estafó millón y medio con compras online alega una ludopatía

Los forenses acreditan la adicción al juego del hijo del catedrático, que podría atenuar su responsabilidad

Los procesados utilizaron hasta 1.400 numeraciones de tarjetas bancarias distintas.

Los procesados utilizaron hasta 1.400 numeraciones de tarjetas bancarias distintas. / Levante-EMV

Los informes forenses, tras las distintas exploraciones al hijo de un catedrático de Derecho procesado por una macroestafa de cerca de un millón y medio de euros con compras online, certifican que el presunto estafador reincidente padece una ludopatía. Esta adicción al juego será clave cuando llegue a juicio la macrocausa con unos 600 afectados en todo el país que instruye un juzgado de València, y con la que la defensa de dicho procesado tratará de buscar una eximente o al menos algún tipo de atenuante de la responsabilidad penal.

El auto de procesamiento ya recoge de hecho esta circunstancia respecto a uno de los dos procesados en la causa, quien «cumple los criterios diagnósticos de juego patológico persistente, ..., que ha centrado su vida en los últimos 20 años». Eso sí, la magistrada puntualiza que si bien «la intensidad y gravedad de la alteración de sus capacidades cognitivas y volitivas está condicionada por la necesidad económica para satisfacer el juego patológico persistente», el procesado «presenta discernimiento suficiente para comprender la ilicitud de los hechos objeto de autos».

Los presuntos estafadores probaban la validez de las tarjetas con donativos de solo un euro a ONGs

Entre los cargos que realizaron entre 2017 y 2020, utilizando 1.400 tarjetas bancarias distintas, y usurpando la identidad de cerca de 600 personas reales, figuran también precisamente apuestas deportivas. En abril de 2017, por ejemplo, a una vecina de València, ya fallecida, le estafaron 985 euros con once cargos en una web de apuestas. O los 662 euros en nueve cargos a la cuenta de un vecino de Albacete, utilizando la identidad de otro perjudicado de San Cugat del Vallés como perfil y tras haber facilitado un número de teléfono contratado a nombre de una tercera persona comprado en Málaga. Así hacían prácticamente irrastreable el origen de la estafa.

Pero esta supuesta adicción al juego contrasta con la innumerable lista de productos electrónicos y artículos de lujo (bolsos de marca, anillos de oro) que figuran en los 1.500 hechos delictivos que se les atribuyen a ambos procesados. Como ya informó ayer este periódico, desde móviles de alta gama por valor de 2.000 euros el terminal hasta cargos fraudulentos por comida (chipirones o berberechos) o productos relacionados con el cuidado personal (champú, tinte para el pelo, pasta de dientes o enjuague bucal).

Interceptaban correspondencia ajena

Uno de los mecanismos con el que se apropiaban de datos de las personas cuyas identidades posteriormente usurpaban era la interceptación de correspondencia ajena. De hecho, en el registro domiciliario del hijo del catedrático se encontraron cartas de otras personas con datos personales, extractos bancarios o facturas de luz y agua. Así como 396 tarjetas prepago de teléfono dadas de alta nombre de 296 personas distintas, también engañadas.

Entre las medidas de seguridad que adoptaban los presuntos estafadores estaban cuestiones técnicas como la encriptación de las IP’s o realizar las compras en horario nocturno para pasar más desapercibidos los cargos a los titulares de las cuentas. E incluso probar la validez de las tarjetas previamente con cargos mínimos o donativos de un euro a ONGs como Unicef.