Las cámaras del garaje grabaron el coche de los asesinos del desertor ruso en la Vila Joiosa

El piloto tiroteado por dos personas en una urbanización de La Cala tenía un pasaporte de Ucrania con una identidad falsa y el Gobierno asegura que no tenía constancia de la presencia en España del capitán Maksym Kuzmínov  

Pasaporte ucraniano con el que se identificaba el desertor ruso.

Pasaporte ucraniano con el que se identificaba el desertor ruso. / Levante-EMV

J. J. Fernández

Las cámaras de videovigilancia instaladas en el garaje de la urbanización de La Vila Joiosa donde mataron a tiros al piloto desertor ruso Maksym Kuzmínov grabaron el coche con los dos asesinos que le tirotearon. La Guardia Civil de Alicante ha revisado dichas grabaciones, en las que también habría imágenes de los autores fuera del vehículo, pero al parecer no son de suficiente calidad como para poder identificarlos con claridad.

La víctima del crimen en La Cala en La Vila Joiosa se hacía pasar ante las autoridades españolas por Ihor (o Igor) Shevchenko, pero era un nombre ficticio para el pasaporte ucraniano GG843153. En el documento, al que ha tenido acceso Prensa Ibérica -grupo editorial al que pertenece este medio-, aparece con su fisonomía sin alteraciones, con el flequillo y facciones con que se hizo famoso en Rusia y Ucrania en agosto pasado, tras atravesar el frente de guerra con el helicóptero Mi-8 que le había confiado el ejército ruso y entregarse a las fuerzas de Kiev en una base de Kharkiv.

El excombatiente ruso entró en España en octubre pasado con un pasaporte auténtico e identidad ficticia. Un nombre proporcionado por autoridades ucranianas, según la principal hipótesis de fuentes de la Seguridad del Estado. Llegó tras un periodo de interrogatorios, recuperación de heridas y refugio a cargo de las Fuerzas de Defensa de Ucrania, hasta su viaje a España camuflado entre la amplia diáspora ucraniana.

La Guardia Civil sigue sin confirmar que el cadáver que levantó el 13 de febrero sea el de Kuzmínov. El documento del que estaba en posesión se emitió el 22 de septiembre pasado y le describe como ciudadano de Donetsk nacido el 15 de septiembre de 1990; o sea, de 33 años de edad, cinco más de los que realmente tenía.

En la Seguridad del Estado se investiga si fue el gobierno de Kiev el que le proporcionó identidad falsa, y quiénes en España conocían esa circunstancia. Según la ministra de Defensa, Margarita Robles, el Gobierno no tenía constancia de la supuesta presencia en España del piloto ruso desertor. Robles recalcó ayer que Kuzmínov «vino a España libremente».

Los investigadores no descartan el detalle de que, durante la guerra, Rusia se ha hecho también con grandes partidas de pasaportes auténticos ucranianos que su ejército puede manejar.

Además, forma parte de las pesquisas una lista no menor de incógnitas que rodean a su muerte. Según la respuesta que obtengan esas preguntas, podría confirmarse que ha sido utilizado territorio español para una ejecución derivada de la guerra en Ucrania, o sea, que se ha producido un fallo de seguridad con un refugiado.

Kuzmínov se alojaba en una zona de la Costa Blanca con numerosos ucranianos… y también rusos. Y eso pese a que no era un personaje precisamente anónimo, por la difusión mediática que Ucrania le dio a su cambio de bando, decidido supuestamente por oposición a la guerra.

Su deserción le costó la vida a otros dos tripulantes de la aeronave que iban con él, y que fueron tiroteados en Kharkiv al no entregarse. Y esa circunstancia, ante la dolorida presión de las familias en Moscú, llevó a la televisión rusa a anunciar que la deserción no quedaría sin castigo. El jefe del servicio de espionaje exterior ruso le calificó este pasado martes de «traidor y criminal».

Precisamente por saberse perseguido como desertor, llama la atención que buscara escondite en uno de los puntos de la costa europea con mayor concentración de rusos, si bien es verdad que entre la numerosa población del este de Europa lo tenía más fácil para no llamar la atención que en una localidad sin apenas refugiados.

El «modus operandi» del crimen es otro aspecto relevante. No es, por su falta de profesionalidad, el estilo de agentes del servicio secreto ruso: fueron ocho tiros, de los que dos no le acertaron. «Un ejecutor del GRU (servicio de espionaje militar ruso) te pega un tiro en el pecho y otro en la cabeza y desaparece inmediatamente con un medio de fuga preparado previamente» explica una de las fuentes consultadas en la Seguridad del Estado.

El cuerpo de Kuzmínov fue hallado en la rampa de subida de la planta segunda a la primera del garaje de la urbanización. Un vecino de nacionalidad española se topó con el cuerpo del piloto cuando entraba con su coche y dio la voz de alarma. Este mismo testigo vio salir el coche con los dos asesinos y apenas quince minutos más tarde el vehículo apareció en llamas en una zona de monte de El Campello.

El examen forense del cadáver apreció cinco o seis impactos de bala. La mayoría penetraron por el costado izquierdo de la víctima y algunos salieron por el tórax. El piloto no llegó a ser tiroteado de frente por los dos asesinos, ni tampoco recibió disparos en la cabeza. Uno de los tiros sí le alcanzó el brazo izquierdo, pero lo atravesó y continuó su trayectoria. El cuerpo presenta casi una docena de orificios que responden a las entradas y salidas de los proyectiles. Además, un coche pasó por encima del brazo del piloto ruso, pero no fue atropellado.

Aparentemente, nadie oyó los disparos. La Guardia Civil halló ocho vainas de proyectiles, algunos de ellos incrustados en las paredes del garaje. Miembros de la colonia ucraniana local han sostenido a los investigadores que la víctima no era conocida. Solo uno de ellos, V., colaboró en el reconocimiento, pero no como el piloto Kuzmínov, sino como el refugiado Ihor Shevchenko.

El crimen de La Vila sugiere a fuentes de la Seguridad del Estado la posible existencia de una brecha de seguridad... amplificada en sus efectos porque medios rusos le han dado amplia difusión, de forma metódica, desde hace tres días. Las fuentes consultadas, no obstante, no descartan la posibilidad de que el asesinato de Maxim Kuzminov haya sido obra de criminales comunes o miembros del crimen organizado, y no una historia de espías.

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