El presidente de Baleària, Adolfo Utor, ha rendido cuentas esta semana al presentar los resultados de la naviera, que ha renunciado al reparto de dividendos para combatir los efectos de una crisis sanitaria que ha dejado en los huesos al sector turístico y al transporte, tanto de pasajeros como de mercancías.
Utor actúa así, igual que lo han hecho también los grandes bancos españoles, para preservar su solvencia, a pesar de que la compañía cerró el ejercicio 2019 con unos ingresos de 452 millones de euros, un 19 % más, y un beneficio neto de 29 millones, un 5% más. Baleària, controlada por el propio Utor y por la familia Matutes, ya presentó un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) por «fuerza mayor», que afecta a un tercio de los empleados del grupo, lo que supone 544 personas.
Las restricciones normativas han provocado que, de los 32 barcos que posee la compañía, 20 estén sin actividad (con tripulaciones mínimas de seguridad) y los 12 restantes operen con tripulaciones reducidas.
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