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La geometría del azar

Javier Sarti (València, 1954), cuenta su biografía que fue bancario hasta que decidió dedicarse al peliagudo pero noble oficio de la escritura. Ha publicado desde entonces cuatro novelas, saludadas por su compromiso literario, lejos de la mundaneidad de las listas de éxitos. Su nuevo libro es un conjunto de relatos cortos, punzantes, austerianos, llenos de azar e incertidumbre.

La geometría del azar

Javier Sarti es probablemente uno de los autores más originales y perturbadores del actual panorama narrativo en español y, al tiempo, uno de los más injustamente desatendidos. Uno de esos escritores de riesgo que cuenta con un público reducido aunque muy fiel a sus propuestas siempre alejadas de los caminos trillados del mainstream literario. Así que estamos de enhorabuena. Sarti publica un nuevo libro y eso es una excelente noticia para los amantes de la literatura. Lo hace tras uno de sus habituales y, para desgracia de sus lectores, largos silencios. Después de tres magníficas novelas como La memoria inútil, El estruendo y Piranesi construido, la entrega en esta ocasión es una muestra de su narrativa más breve, condensada en la docena de relatos que reúne la colección titulada Extrañas geometrías, publicada por Chamán Ediciones.

Aborda Sarti en este puñado de cuentos, como suele hacerlo también en sus novelas, universos cerrados y absorbentes unidos por el denominador común de lo inquietante. Mundos cercanos, reconocibles, que no tardan en desdoblarse en una compleja retícula de significados e intuiciones. Mundos fantásticos y paradójicos otras veces, los mundos que tratamos por lo común de eludir o maquillar por pragmatismo; pero que laten al fondo de nuestras conciencias y que el autor se empeña en mostrarnos en toda su crudeza, su apremio y devastación moral. Y Javier Sarti lo hace provisto de su mejor arma: un estilo limpio, despojado de aparato retórico, de cualquier pirotecnia o barroquismo; pero sobrado de lo esencial. Su capacidad innata para atrapar al lector, conducirlo luego con astucia por la senda de lo inesperado y abandonarlo al cabo a la intemperie de sus desenlaces implacables.

El azar, la casualidad, la incertidumbre, esas geometrías extrañas a las que alude en su título, son el leit-motiv de este volumen. Las guías por las que discurren la mayoría de sus relatos. Esos leves resquicios de la cotidianidad y la monotonía en los que el autor se infiltra y de los que se sirve para embarcarnos en un itinerario entre alucinado y venial por el reverso de las relaciones humanas, las querencias y los anhelos más comunes, valiéndose de una gama de personajes poseídos por el amor o la fatiga, pero siempre ávidos en su búsqueda de sentido, con una sucesión de fogonazos que alumbran y opacan alternos la densidad del trayecto. Las señales del morse a menudo ininteligible de nuestros actos.

Así, un baile de números al apuntar un código telefónico, una seductora campaña publicitaria de una compañía multimedia o un fenómeno meteorológico inexplicable sirven al narrador para asomarse a los abismos del desamor, la desintegración de la personalidad o al sinsentido de la violencia fanática en relatos como «Orange», «Miedo y soledad del viaje» y el magnífico «En los tiempos del plomo». En otras ocasiones, serán la rutina y el hastío de la convivencia amorosa, los insólitos avatares del turismo rural o la irrupción inesperada de la muerte los detonantes de sus historias. Tal sucede en «Dijo que vendrías», «Cuando ella entra en casa, silba» o «Betanzos», un impagable cuento protagonizado por cuatro senderistas y una meiga de apariencia generosa y trasfondo acerbo.

Mención a parte merecen los sinsabores de la precariedad o el hundimiento laboral como motivo argumental de dos grandes piezas como «Representación» y «Test», en las que el narrador consigue meternos de matute en la piel de un farsante rimbombante, cazador cazado por sorpresa en su propio juego de espejos, así como en el fragor de la batalla dialéctica entre un vendedor viejo y arrumbado y su dinámico sucesor empresarial a cuenta de un cuestionario surrealista. Aunque tal vez sea «Daño», mi preferido entre los cuentos de este libro. Esa crónica sobre el duelo de un matrimonio que sufre el asesinato de su hija adolescente en mitad de las fiestas de su pueblo y el correlato cruel del mismo brindado por los medios de comunicación. Esa deriva del sufrimiento hasta convertirse en puro vértigo y esa paradoja fatal de la víctima convertida a su vez en monstruo, merced al veneno de su propio e intransitable dolor.

Hay por último tres relatos que juegan con las relaciones subterráneas entre ficción y realidad. «Sólo para ti», con la interacción de un plagiario enamorado e ilustrado y sucesivos homenajes a Kafka, Conrad y Melville. «Hipermercado», una delicia que todo escritor debería leer para asumir la dimensión exacta de su oficio. Y «Sólo uno más», el que cierra el libro y sitúa al autor ante el engranaje de su propia creación. Ante un paso a nivel sin barreras por el cual cruzar o detenerse, con un tren en veloz avance de fondo. Abocado a ese abismo azaroso de incitantes geometrías que sustancia las ficciones de Javier Sarti. A esa incógnita vibrante de vida y misterio.

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