Las ramblas - sistemas fluviales caracterizados por la ausencia o penuria de caudal, excepto tras fuertes tandas de precipitaciones - son una de las manifestaciones paisajística de mayor carácter de las tierras valencianas. La combinación de elementos genuinos (cauce seco, desmesurado, de gravas, colonizado por adelfas) modula un original paisaje fluvial que vehicula recurrentes avenidas. Las sociedades ribereñas no siempre lo identifican como una manifestación ambiental mediterránea, y, en ocasiones, olvidan su comportamiento; usan sus recursos (graveras, saltos, molinería) o los regulan (boqueras, embalses); a veces invaden sus márgenes o lo convierten en vías naturales.

La Rambla de la Viuda, un típico corredor fluvial semiárido, que se forma a partir de la confluencia del Riu Montlleó y la Rambla Carbonera, cerca de Els Ivarsos, desagua por la izquierda en el Riu Millars, en las proximidades de la desembocadura. La cuenca de drenaje (alrededor de 1500 Km2) que incluye parte de la Plana Alta, Alcalaten y Alt Maestrat, así como un pequeño sector aragonés, reúne una notable diversidad ambiental, desde altas parameras ibéricas y potentes y vigorosas sierras, hasta corredores prelitorales, valles interiores y parte del ápice de la Plana. Es un colector marcado por los desniveles topográficos, la abundancia de roquedos carbonatados, y las alternancias en la configuración del cauce.

Una rambla semiárida y cárstica

La Rambla de la Viuda es un río seco, por el que sólo circulan espas módicas avenidas, muy dependientes de la estructura espacio-temporal de las precipitaciones. A este comportamiento, se añaden modestos caudales de base en alguna cabecera de afluentes (sobre todo el Riu Montlleó y el Riu de Llucena) y en el tramo de entrada de la Rambla de la Viuda en la Plana. En pocas palabras, la Rambla de la Viuda es un río efímero representativo de los hidrosistemas semiáridos y cársticos.

Las crecidas son sucesos hidrológicos repentinos, rápidos (flash-flood) e incluso virulentos; en cuestión de horas se puede pasar de un cauce totalmente seco a puntas de caudal de centenares de m3/seg., que, a su vez, remiten con rapidez. La punta de algunas avenidas extremas han llegado a sobrepasar la presa de María Cristina (Benadressa). Excepto en las avenidas extremas, largos tramos permanecen secos, incluso durante muchos años. Por el contrario otros mantienen durante semanas modestos flujos de base por la descarga de pequeños acuíferos carbonatados. Por tanto, la Rambla de la Viuda también registra algunos rasgos locales - geomorfológicos e hidrológicos - de tipo cárstico. Estos caudales de base - más o menos sostenidos en el tiempo - eran un valioso recurso para la molienda de algún molino hidráulico.

Un río de piedras

Rambla, del árabe ramla, significa arenal o pedregal. El ancho lecho de la Rambla de la Viuda, está constituido por materiales más o menos groseros (bloques, gravas, arenas), aplanados y rodados que se ordenan en acumulaciones denominadas barras (laterales o centrales), separadas por canales entrelazados. Esta morfología, propia de un cauce de fuertes pendientes y con mucha carga de fondo, es una adaptación al transporte espasmódico de sedimentos y a las súbitas fluctuaciones del caudal. Los materiales más gruesos se depositan en la superficie de la solera o lecho, mientras los más finos se hallan por debajo. Esta coraza de la superficie, que protege al cauce de la erosión excesiva en cada avenida, se reconstruye tras cada episodio (F. Segura).

En el modelado del cauce destacan las barras laterales y centrales. Muchas, sobre todo las laterales, van quedando levantadas en relación al cauce menor y se comportan casi como una somera terraza, libres de las crecidas ordinarias; pueden permanecer años sin que circule agua sobre ellas. Esto último posibilita cierta colonización vegetal, y alguna ocupación agraria aunque las crecidas extremas - de márgenes llenas - suelen arrasar la vegetación y arruinar los cultivos.

Un río colonizado por adelfas

En la Rambla de la Viuda las comunidades vegetales características se encuadran en la alianza Nerion oleandri (Tamaricetalia, Nerio-Tamaricetea). Entre ellas, la adelfa o baladre (Nerium oleander) --la especie propia de estos ambientes-- es típicamente mediterránea, termófila. Las características ecológicas de la adelfa (mayor requerimiento hídrico, resistencia a la tracción, etc.) facilitan y favorecen su implantación en los distintos subambientes del cauce. Su profundo aparato radical permite su afianzamiento en los lugares que colonizó. Tras múltiples avenidas, el resultado es la omnipresencia de formaciones casi monoespecíficas de Nerium, acompañadas de otras (prados anuales, matorral, coscojar) en función del momento sucesional. A medida que aumentan las condiciones de estabilidad de las barras laterales, la adelfa empieza a ceder ante la competencia de las otras especies de esta formación. De este modo, el grado de desarrollo de la vegetación que acompaña a la adelfa es un buen indicador de la intensidad y frecuencia del flujo del agua en las distintas partes de la sección de la rambla. "La presencia de los adelfares imprime un carácter especial al paisaje, sobre todo cuando florece en pleno verano, contrastando el colorido de sus flores con la sequía general del ambiente mediterráneo" (M. Costaz, 1986).

E. Beltrán Manrique (1958):

Almazora. El Mijares, Narración histórica, p. 279

V. Gimeno Michavila (1935):

La Rambla de la Viuda, 20-21

V. Masachs Alavedra (1948):

El régimen de los ríos peninsulares, 426 pp.