Confiesa Miguel Ángel Jiménez que la ficción sirve a veces para redimirnos y aliviarnos. A él, defiende, su nueva película Una ventana al mar, le ha ayudado a asimilar la muerte de su madre y a sentirse mejor. La película que hoy se estrena, una coproducción hispano griega protagonizada Emma Suárez y que transcurre en una isla mediterránea, es para el director una cinta «especial» con la que cierra un «capítulo» de su vida. Para Suárez, ganadora de tres Goyas, el rodaje de la película ha sido terapéutico porque, dice, le ha dejado «huella».

«En el verano de 2013, tres meses después de haber perdido a mi madre víctima de un cáncer devastador, me encontraba subido a una scooter en la isla griega de Nysiros. El sol estaba a punto de ocultarse en el mar y yo estaba bajando la ladera de una montaña. Pensé en la suerte que tenía de estar allí, en los lugares que había recorrido gracias a mi trabajo. Recordé que mi madre, en una ocasión, especuló con la posibilidad de dejar el tratamiento y me pidió que la llevara lejos, muy lejos. Todo quedó en nada. Sé que Nysiros le habría encantado», relata Miguel Ángel Jiménez que, en la cinta, contrapone dos mundos, dos culturas, dos luces, dos mares. El cantábrico y el mediterráneo. «El mar siempre como hilo conductor, tan importante para ambos pueblos. Porque las vidas de nuestros protagonistas, María y Stefanos, a pesar de ser tan distintas, siempre han estado vinculadas al mar de algún modo. Al fin y al cabo, es el mar quien les une, con ese poder y esa belleza plástica inigualables», afirma respecto a su cuarto largometraje. «Una isla, Nysiros, que no es en absoluto la más bella de las islas griegas, pero que rebosa una paz y una autenticidad, una belleza sobria, que hace que parezca abarcable, un paraíso real y posible. Allí vive Stefanos, en su barco, con sus cicatrices y al igual que la isla, está lleno de franqueza, luz y una ternura ruda que conecta con ella en ese lugar indescifrable del alma».

Y, ¿de qué va Una ventana al mar? María es una funcionaria de 55 años de Bilbao a la que diagnostican una grave enfermedad. A pesar de eso y en contra del consejo de su hijo, decide hacer un viaje a Grecia con sus dos mejores amigas. Allí, una decisión espontánea, la lleva a descubrir la isla de Nisyros, un pequeño lugar en el que vuelve a sentir las ganas de vivir. Mientras explora la isla y se sumerge en sus tesoros escondidos, conoce a Stefano del que, inesperadamente, se enamora de él. A los dos, la vida les ha dejado cicatrices que parecían incurables. De pronto, lo que parecía ser un breve escape de la realidad, se convierte en una nueva oportunidad de ser felices.

Una ventana al mar es una historia esperanzadora sobre últimas oportunidades, la pérdida y cómo encarar la enfermedad sin miedo, simplemente apoyándose en el amor de otra persona.