En nuestro interior, como si de un «comité de dirección» se tratara, habitan una serie de voces, que influyen muchísimo en cómo nos comportamos. Esas voces no son ni buenas, ni malas, pero pueden hablar demasiado alto o demasiado bajo (y casi no las oímos). Por eso, necesitan de un líder, de un CEO, que promueva escucharlas en un tono útil a todas ellas. Ese CEO somos nosotros mismos, pero todo buen líder necesita conocer bien al equipo que lidera.

Consiguientemente, es realmente útil conocer a nuestras voces y el «tono» con es que nos están hablando, para poder «negociar» con ellas que hablen en un «tono» que nos resulte útil.

Un buen ejemplo es la voz perfeccionista. Muchas personas podemos tener esa voz un poco «desatada», y ello nos lleva a sobreescucharla. Esa voz tiene un propósito maravilloso, como es la búsqueda de la seguridad, pero a veces olvida que existen grados de ejecución de las responsabilidades suficientemente buenos. El mayor riesgo que tiene el escuchar en exceso esa voz es el de eternizarse en la búsqueda de la perfección y quedarse paralizado hasta no sentir el grado de perfección. El problema viene dado por que la voz perfeccionista tiene una aspiración infinita, es algo así como que es insaciable, y no termina de considerar que el grado de seguridad es suficiente. Por ello, como CEO, es importante saber negociar con dicha voz que el «suficientemente bueno», puede ser más que adecuado para una determinada situación.

La búsqueda de la imagen que acompaña a este artículo permite comprender cómo funciona la voz perfeccionista.

En una primera búsqueda he dado con la foto que estáis observando, una foto que me ha divertido y que me permite hacer la siguiente pregunta: Si yo quisiera fabricar el patito perfecto ¿cuántos patitos serían necesarios fabricar hasta dar con él y, por tanto, cuántos tendría que desechar? En este caso, de fabricar el patito perfecto, si le diera rienda suelta a mi perfeccionismo, me podría arrastrar a una situación insostenible para mí (incluso desde el punto de vista del medio ambiente).

En definitiva, al igual que con la fabricación del patito perfecto, podría seguir buscando fotografías, con la pretensión de dar con la fotografía perfecta, pero dado el tiempo del que dispongo (no excesivo) y dado que me permite expresar la idea que quiero, la fotografía que estáis observando la doy por suficientemente buena. ¿Qué os parece? Muchas veces no nos planteamos la posibilidad de hacer elecciones suficientemente buenas, sino que aspiramos a elecciones perfectas y ello nos perjudica enormemente. Por ello, a mi voz perfeccionista, como CEO, le pido que baje el tono cuando doy con una solución suficientemente buena, atendiendo a las circunstancias de cada caso.

El resto de las voces de tu comité de dirección son tan interesantes como la voz perfeccionista, y trabajar la negociación que puedes requerir con cada una de ellas es un gran recurso para poder tomar decisiones que sean sostenibles en el tiempo.

Esas otras voces son, la voz crítica, la complaciente, la exigente, la controladora y la comparadora. Me encantaría que me compartieras cuál es la voz que habla más alto en tu comité de dirección y a qué negociación habéis llegado. ¿Te animas, CEO?