Mapi Domingo y Dani Expósito son enólogos y pareja desde hace más de un cuarto de siglo. Coincidieron en la Escuela de Enología de Requena. Él, que hacía muy poco había terminado el ciclo de enología, realizaba servicios de objeción de conciencia en las oficinas del centro y le tramitó a ella la matrícula para comenzar a estudiar. «Fueron pasando las semanas y surgió algo que nos sigue uniendo hoy» recuerda Daniel. Cuando se quisieron dar cuenta ya estaban haciendo planes de boda... y de vinos, porque en el convite se sirvieron los vinos que ellos mismos estaban elaborando en el único proyecto que hasta ahora han desarrollado juntos, Pagos del Molino, una pequeña bodega de garaje que se nutría de las uvas de Bobal de los viejos viñedos de la familia de Mapi con la que elaboraron un vino inicialmente pensado para su boda «Arras de Bobal» y que posteriormente se convertiría en uno de los referentes de los tintos de Bobal de alta expresión que comenzaron a aparecer a finales de la década de los 90. «La primera añada que vinificamos fue de la cosecha de 1999», recuerda Mapi, «lo hacíamos todo juntos, al 50%... vendimiar, trasiegos, analíticas..., ya trabajábamos los dos, yo en Agrovin y él en Torre Oria, y el poco tiempo libre que teníamos, ya de noche, era para nuestro vino».

Aquel primer vino servido en el banquete de su enlace resultó ser «un vinazo» que dio pie a una decena de añadas que contribuyeron a engrandecer el nombre de la Bobal. Pero ha sido la única ocasión en la que la pareja ha trabajado junta. En la actualidad Mapi es la responsable técnica de la bodega que Sierra Norte tiene en el municipio albaceteño de La Roda, mientras que Dani es el director técnico de Dominio de la Vega, bodega de la que es propietario junto a su familia y otros socios. Ambos responden al perfil de «triunfador» en su sector, y ambos han recibido en distintas ediciones el título de Mejor Enólogo del año en la Comunitat Valenciana. Para Mapi «ésta ha sido la clave para crecer profesionalmente los dos. De haber estado juntos en una bodega creo que uno de los dos hubiese quedado eclipsado. Así, hemos podido desarrollar toda nuestra capacidad profesional, compartiendo entre nosotros muchas experiencias».

Con todo, Dani asegura que «los temas de trabajo quedan aparcados cuando entramos en casa. Salvo algo muy excepcional no comentamos nada de nuestros quehaceres, aunque el mundo del vino ocupa la mayoría de nuestras conversaciones, pero desde el punto de vista del aficionado a la cultura del vino». Tal es la pasión que ambos comparten por el mundo del vino que no recuerdan un viaje en el que no hayan visitado alguna zona vitícola o alguna bodega. «Excepto alguna escapada con los niños con destinos más culturales o de ocio siempre que viajamos aprovechamos para descubrir nuevas formas de entender la vitivinicultura» afirma Mapi, que recuerda que incluso el viaje de novios «estuvo ligado al vino, porque nos fuimos a Estados Unidos. Hicimos dos visitas rápidas a San Francisco y Nueva York, pero la mayor parte del tiempo la pasamos en un coche de alquiler recorriendo el valle de Napa».

Aunque suene bucólico, se tienen un mutuo respeto profesional y personal. Si se les cuestiona por cual es mejor enólogo eluden la pregunta. La respuesta no es fácil. Ambos han logrado crear algunas de las mejores referencias que se elaboran en la península, los 1564, Pasión de Bobal o Cerro Bercial entre otros en el caso de Mapi y Finca La Beata, recuérdame, Dominio de la Vega Brut Reserva Especial o Cerro Tocón en el caso de Dani. Con todo, éste último se «moja» y destaca que «quizá yo como enólogo sea algo más creativo, pero Mapi tiene mucho más rigor. Ella cata mejor, de manera muy descriptiva, y yo interpreto de forma más global. Podríamos decir que Mapi es más analítica y yo lo veo más desde un prisma de consumidor». Sin duda un tándem que comparte el amor por el vino... y algo más.