Que el enoturismo se ha convertido en una de la piedras angulares para fomentar el turismo de interior (al menos en el ámbito de la Comunitat Valenciana) es algo que, después de dos décadas de crecimiento continuado, queda fuera de toda duda. Antes de que la pandemia provocada por el covid-19 condicionase nuestro día a día, muchas bodegas valencianas cifraban en miles los visitantes que recibían cada año. Aunque inicialmente las bodegas se limitaban a organizar visitas guiadas para mostrar los métodos de elaboración, poco a poco se han ido adaptando a lo que demandan los visitantes, creando productos que se apoyan en el contacto con la naturaleza y el maridaje con la gastronomía propia de la zona donde se ubican.

La pandemia y las consiguientes limitaciones de movilidad han supuesto, paradójicamente, una nueva oportunidad de crecimiento para los bodegueros valencianos, que han visto como, sobre todo durante la pasada primavera, se incrementaban significativamente las reservas de visitantes. Es el caso de bodegas como la de la Cooperativa de Viver, que ha configurado diferentes experiencias que acercan al visitante tanto a la bodega como al propio viñedo, teniendo la oportunidad de disfrutar de la gastronomía de esta comarca del interior de Castelló junto a los mejores vinos que producen en plena naturaleza.

En Utiel-Requena ya se cuentan por decenas las bodegas que desarrollan proyectos enoturísticos. Bodegas Nodus tiene todas las semanas su hotel rural casi al completo. Arancha García, responsable de enoturismo, reconoce que «estos últimos meses la mayoría de los visitantes son de la Comunitat Valenciana. Hemos notado que la gente ya no se conforma con visitar la bodega, y cada vez más busca disfrutar de nuestras instalaciones, del restaurante, del hotel y de los rincones naturales de la finca». En el mismo sentido, Reyes Corbí, de Finca Cor Ví, reconoce que «el principio de verano ha sido increíble. Hemos tenido pleno de visitas, aunque ahora en agosto la cosa se ha calmado un poco. Para otoño estamos confirmando ya muchas reservas, la mayoría de valencianos, pero también del resto de España».

Otras firmas con amplia trayectoria en esto del enoturismo como Pago de Tharsys, Chozas Carrascal o Bodegas Hispano+Suizas reconocen haber notado un incremento en las reservas desde hace meses. Rebeca García, de Pago de Tharsys, asegura que «tenemos el hotel lleno todos los fines de semana y hemos tenido que decir que no a muchos interesados. Viene gente de aquí, pero también de fuera de España, aunque no más del 20% del total». Por su parte Sierra Norte constata que, tras un julio algo tranquilo, la tendencia ha cambiado en la última semana, con muchos grupos alojados en la zona que aprovechan para disfrutar del turismo activo y las experiencias enológicas.

Lo mismo sucede en la zona de Terres dels Alforins, otro de los focos del enoturismo valenciano. La nueva bodega de Arráez, Celler del Roure, Bodega Los Frailes o Rafa Cambra (con Casa Colau) han duplicado sus visitas. El cambio de tendencia ha hecho que algunas de ellas (que cerraban en julio por vacaciones) hayan tenido que abrir sus puertas todo el verano ante el aumento de demanda para recibir visitas.