Osel Hita Torres nació un 12 de febrero de 1985 en la Alpujarra granadina. Su vida era como la de cualquier niño de un año: jugaba con sus hermanos y gateaba por donde podía. Aunque sus padres no eran convencionales, nadie hubiese dicho que la vida de Osel fuese a variar mucho de la del resto de niños de su pueblo, Bubión. Quizá no hubiese tomado la Primera Comunión, ya que sus padres eran budistas practicantes, pero hubiese ido al colegio, por ejemplo. Nada de eso sucedió, ya que tan solo 14 meses después de nacer, el Dalai Lama aseguró que Osel era en realidad la reencarnación del Lama Yeshe, un líder espiritual tibetano muy conocido por sus padres, ya que él fue quien fundó varios templos budistas en España, como el de Ibiza o el de la Alpujarra, donde nació Osel.

Tras diversas averiguaciones por parte de los monjes tibetanos, el niño fue declarado oficialmente como la reencarnación del Lama. Su destino estaba fijado. No solo iba a ser coronado, sino que pasaría el resto de sus días en un monasterio en el Tíbet para aprender las enseñanzas del Lama Yeshe.

Por increíble que parezca, esta historia es verídica y fue seguida por los medios de comunicación internacionales hasta bien entrados los años 2000. Ahora puede revisarse en HBO Max, a través de la serie documental «Osel», donde no solo aparece el protagonista de esta historia, sino también su madre, su padre, su padrastro, sus hermanos y hermanas y los budistas que vivieron con júbilo la entronación del ‘Niño Lama’.

El documental describe a través de testimonios el entorno donde creció Osel. Sus padres se conocieron en la eclosión hippie de los 60 en Ibiza. Su madre Carmen, nacida en Villena, comenzó a practicar el budismo junto a su pareja. Con la ayuda de otro compañero francés, François, que después acabaría siendo la pareja sentimental de la budista valenciana, fundaron el templo budista en la Alpujarra granadina. Allí tuvieron todos sus hijos, uno de los cuales acabó siendo la portada de periódicos de medio mundo.

El documental también muestra la evolución del niño a lo largo de los años, pues tras intentar por activa y por pasiva abandonar el monasterio, Osel estuvo descubriendo la vida occidental a través de la noche ibicenca y los Interrailes. Llegó incluso a vivir en la calle.