El Cid al desnudo

La historia del Cid contada a través de los habitantes de Vivar, sus vecinos, sus hermanos, los contemporáneos anónimos de la figura histórica. Llamado con mil nombres, desde Ruy a Rodrigo Díaz, Sidi o El Campeador, este personaje ha pasado al imaginario popular a través de narraciones y leyendas de sus batallas. Pero ¿quién fue realmente el mito?

El Cid Campeador

El Cid Campeador / LEVANTE-EMV

María García

El héroe de Vivar vuelve a València, terreno que conquistó a finales del siglo XI. Pero esta vez, convertido en un poliédrico personaje donde se muestran diferentes aproximaciones a su figura histórica. La Sala Russafa estrena en Comunitat Valenciana CID, un espectáculo producido por Albacity Corporation interpretado por la Compañía Antonio Campos, dos veces nominado a mejor actor en los Premios Max. «Cuando llegó este proyecto a mi cabeza, ya no pude sacarlo de ella. Me atraía el reto circense de ‘más difícil todavía’. Ya habíamos hecho una versión de La Celestina y El lazarillo de Tormes. Suponía volver a hacer yo solo todos los personajes. Pero, sobre todo, el desafío era diversificar la imagen de este hombre, convertido en un mito de La Reconquista. Distintas tendencias históricas y políticas se han apropiado de sus actos, haciendo su propio relato. Y me atraía mucho la idea de penetrar en todas las capas que tuvo El Cid para convertirlo en un personaje que pudiera ser atractivo a ojos de cualquier espectador, evitando las significaciones ideológicas», señala el intérprete, también impulsor de este proyecto, autor de la dramaturgia y productor.

La valentía fue el rasgo más destacado para Campos de la figura de este guerrero - mercenario para cristianos, pero también para musulmanes - que logró desafiar a reyes y señores de diversos puntos de la Península, conquistar el Levante con su propio ejército y establecer un Señorío independiente en Valencia.

«De alguna manera, me identificaba con ese espíritu de lanzarte a la conquista - en mi caso de teatros - por ser fiel a tu propio destino. Hay un punto de romanticismo, de épica. Pero también de inconsciencia, de seguir tus sueños arriesgándolo todo», explica el actor albaceteño quien, con los años y la experiencia, se ha dado cuenta de que su forma natural de subir al escenario es con espectáculos unipersonales, siguiendo la estela de precedentes como Darío Fó o El Brujo. «Apuesto por interpretar este Cid con contención. Su vida es tan épica que no necesita ningún énfasis extra. Y me estimula crear este abanico de personajes relacionados con él, me gusta el reto de mantener el ritmo y la tensión dramática yo solo, sin tener el soporte de otros intérpretes. A mí me lo da el público, siento sus silencios, sus emociones. Así que me voy guiando con sus respuestas para llevar adelante la representación de la mejor manera posible», explica el intérprete, reconociendo que las más de 60 funciones que ha hecho este montaje desde su estreno en marzo suele acabar con los espectadores aplaudiendo en pie.

«Quería convertirlo en un personaje que pudiera ser atractivo al espectador, evitando las significaciones ideológicas»

Y es que la vida de este personaje histórico «tiene los elementos para ser una obra al estilo de Shakespeare, podría ser un Hamlet o un Macbeth maravilloso», comenta Campos. Con diversos nombres, desde Ruy a Rodrigo Díaz, Sidi o El Campeador, pasó a la historia como un héroe clásico gracias a protagonizar el más famoso de los cantares de gesta, El cantar del mío Cid. «La juglaría era como el márquetin de la época. Seguro que hubo guerreros igual de señalados en la Edad Media, pero él quedó retratado para siempre. Nosotros proponemos una visión del personaje más humana y poliédrica», argumenta el intérprete, capaz de transformarse sobre el escenario en una decena de personas que tuvieron una significación en la trayectoria de El Cid. Por ejemplo, su amada Jimena; su enemigo, García Ordóñez; o los monarcas Fernando I, su hijo Alfonso VI, Sancho II y su hermana Urraca, además de Muhámmad al-Mutámid, rey de taifa de Sevilla; o su amigo inseparable, Minaya, son otros de los personajes que van apareciendo en escena, gracias a la versátil interpretación de Campos.

La ambientación y tensión dramática crece de la mano de la música folk ibérica de La Musgaña. El grupo de música aporta su aproximación a composiciones que recogen la herencia sonora de las canciones y música tradicional de la meseta. La puesta en escena se completa con un vestuario de época dúctil, capaz de transformar rápidamente al intérprete en uno u otro personaje. Y con un diseño de iluminación que refuerza la épica de los acontecimientos. Todos estos elementos están coordinados por la dirección de Lluís Elías, fiel colaborador de Campos desde que ambos se conocieron trabajando en Els Joglars, donde Elías ha sido durante 18 años ayudante de dirección de Albert Boadella.

«Lluís es mi padre, teatralmente hablando. Me enseñó a caminar sobre el escenario, a proyectar la voz, a respirar y a tener una mirada periférica. Me ha moldeado como actor solista y siempre se embarca en estos proyectos tan complejos que le propongo, porque no es fácil recrear un personaje histórico mítico sin caer en las leyendas», señala Campos, quien desde este jueves 23 al domingo 26 sube al escenario dentro del XIII ‘Ciclo de compañías nacionales’ de Sala Russafa, para convertirse en una figura fascinante, llevando al público en un viaje al medievo y a las mil caras de la historia.