André Gomes es un jugador especial. Ve el fútbol con una perspectiva diferente. El «21», como en su día Aimar o Silva, transforma lo difícil en fácil. El lunes, tras su reaparición en Gijón tras cuatro meses lesionado, anunciaba que regresaba con «más hambre que nunca» y «mucha más confianza» en sí mismo. No mentía. Anoche lo demostró. El portugués, que vio la primera espesa primera parte desde el banquillo, salió al campo para sacar a relucir la mejor versión del Valencia. André, que con el balón en los pies tiene la sonrisa congelada en la cara, fue quien dio claridad al juego y con su movilidad hizo jugar a un equipo que, en los primeros cuarenta y cinco minutos, quiso pero no pudo.

En su recital, André también incluyó el marcar el 2-2 „se llegó a ir en el marcador con un 0-2 tras dos golazos de Hulk„ con el que el Valencia creía en una victoria que, finalmente, se escapó por el gol de Witsel. Quizás por ello, porque era consciente de que había hecho unos buenos cuarenta y cinco minutos, al acabar el partido André estaba hundido. Física y moralmente; su sobreesfuerzo no tenía valor. Los 1,5 millones de euros con que se premiaba la victoria se iban a San Petersburgo. Los jugadores, cabizbajos, lamentaban la derrota. Y Nuno. Al técnico le escoció irse al descanso con un 0-2 y con el doble cambio (Fuego y Piatti le cedieron el puesto a André y Alcácer), el Valencia mejoró. Cancelo, al que el técnico premió su buen partido de Gijón con una nueva titularidad, marcó un golazo y, con ello, el equipo se desperezó pero el acierto del Zenit fue extremo.

Y es que a veces, el fútbol es tan injusto que, hasta los propios jugadores, no entienden cómo ocurren esas cosas. En la primera parte, el Valencia lo intentó de una y mil manera pero el balón o no quería entrar en la portería o se estrellaba contra la muralla que Villa-Boas situó ante Lodygin. La cara de desesperación de Negredo o los continuos lamentos de Feghouli lo ejemplificaban.

El Zenit, en su primer contragolpe, había desnivelado el marcador „¡vaya rapidez y despliegue el de Hulk! „y con ello rediseñado de forma tempranera el guión. El equipo ruso, para guardar bajo llave el gol anotado por el brasileño en el minuto 8, se encerró en su área para sólo abrir el cerrojo en acciones aisladas al contragolpe. Al Valencia sólo le quedaba tener posesiones largas y combinar para tratar de encontrar el hueco. Y, quien más agujeros vio fue Feghouli que volvió loco a Criscito. Pero los centros del argelino no encontraron la respuesta esperada. De nada sirvió tener el dominio del balón porque, cuando el 0-1 se veía como toda una injusticia por lo visto, Hulk anotó el segundo de su cuenta. El anárquico brasileño, al filo del descanso, volvía a dejar atónito a Jaume y con ello los pitos volvían a hacer acto de presencia en un partido en el que se echó mucho en falta la fuerza que la grada ejerce habitualmente sobre el equipo.

La reacción de Nuno fue sentar a Fuego y Piatti y confiar en André y Alcácer. El Valencia, tal como solicitaba la grada, iba a jugar con dos delanteros. La visión de André y un balón entrelíneas permitía a Alcácer «familiarizarse» con el gol. Un lanzamiento en fuera de juego que, sin embargo, avisó de las nuevas intenciones del equipo. A partir de ahí, el Valencia se desmelenó. Primero Cancelo y luego André colocaban el 2-2, pero Witsel aguaba la remontaba. Sin fuerza ni siquiera para agradecer el apoyo de la grada, los jugadores se retiraban.