Peter Lim ya sabe lo bueno y lo malo de su equipo y, sobre todo, lo que Mestalla opina. Una hora después del final del partido, el máximo accionista aún estaba en Mestalla conversando con Layhoon Chan mientras los no convocados y suplentes trabajaban sobre el césped. Lo ocurrió ayer en Mestalla no se lo esperaba nadie. En un giro de 180 grados, la grada pidió al máximo accionista un cambio en la dirección deportiva. Nuno, al que la hinchada aclamaba hace unos meses, fue el epicentro de las críticas.

Lim, tras presenciar dos partidos en cinco días, ya tiene argumentos para analizar y evaluar su proyecto. También para comprobar la importancia del empuje de Mestalla y lo que la afición opina del juego del equipo. El poder de la grada, al que a veces se le descuida, es ilimitado avisaba un exjugador al finalizar el partido.

Mestalla, por primera vez, entonó en dos ocasiones el «¡Nuno vete ya!». En la primera, la reacción del entrenador que en esos momentos estaba de pie dando instrucciones desde la zona técnica, fue la de mirar al suelo y refugiarse en el banquillo. El divorcio ya era evidente. Sólo un gol, que lo tuvo Parejo en el único instante, hubiera aplacado la ira. Pero el balón se marchó fuera y éste no llegó.

El luso, que al finalizar el partido, acostumbra a salir al centro del campo para agradecer a los jugadores su esfuerzo y a la grada el empuje, sorprendido por la estruendosa reacción de Mestalla, cogió su chaqueta y se fue al túnel de vestuarios. La tensión era evidente. Peter Lim, que como es habitual bajó al vestuario, fue quien trató de serenar al técnico y trasmitir ánimo a los jugadores. Lim, les vino a decir, cree en el equipo y lo ve capacitado para transformar los pitos en aplausos. Pero la reacción debe llegar ya. Y es que, el Valencia sólo ha sumado seis de los doce puntos en juego y, ante un recién ascendido que jugó toda la segunda parte con diez, sólo arrancó un empate. Cierto es que, ocasiones se crearon pero no se rentabilizaron porque el gol le ha dado la espalda al equipo. De forma acelerada se ha perdido la efectividad que el año pasado le acompañaba y los nervios tanto del grupo como de la grada son preocupantes. Sin claridad de ideas, el juego no es efectivo.

El técnico, ya avisaba en la previa de la necesidad de materializar las ocasiones y, quizás por ello, cambió su habitual 4-3-3 por un 4-4-2. Nuno no sólo remodeló el once, sino que mandó a la grada a jugadores de «peso» que, sólo tres días antes, habían sido titulares. Cancelo, Enzo, Piatti y Negredo se convirtieron en espectadores de un partido muy espeso. El técnico, que optó por Orban para frenar al pizpireto Joaquín, le planteó a Mel jugar con Fuego y Parejo en el doble pivote, con Feghouli a la derecha y un liberado André a la izquierda.

El debate sobre si se puede jugar o no con dos puntas, lo zanjó colocando juntos a Alcácer y Rodrigo. El inicio fue bueno pero como los azucarillos, el equipo se fue diluyendo. Con André en el campo, el Valencia mostró una cara; sin él, otra. El portugués es de los que hace fácil lo difícil mientras otros se enredan en ellos mismos para desesperar a la grada y con ello trasmitir aún más nervios a un equipo al que está penalizando la falta de efectividad. Se generaron continuas ocasiones y centros al área pero el balón, por imprecisiones, no encontraba al rematador que batiera a Adan. La voluntad y las ganas que no eran suficientes. De nada sirve tener la posesión y manosear al balón si no se materializan las oportunidades.

La desesperación, de forma excesivamente prematura porque el curso acaba de arrancar, se apoderó en la segunda parte de una grada que con sus continuas reprimendas trasmitía a los jugadores sus dudas. Y así era imposible. El dominio del balón era estéril. Nadie llegaba a los remates y los propios jugadores, con sus continuos gestos de cansancio, se exasperaban. Del final ya se ha dicho todo. El futbolista suele decir que, tras un mal partido, lo mejor es jugar cuanto antes. El martes toca el Espanyol.