El Valencia cumplió a medias con la prueba de madurez que se le presentó en Bournemouth. En las gradas de una altura, pilares, publicidad de negocios locales y rifa al descanso de Dean Court, se cuela el viento frío del cercano Atlántico y el Bournemouth demuestra por qué es uno de esos pequeños milagros hechos de jugadores sin fama que sobreviven en la expansiva multinacional en la que se ha convertido la Premier League. «The cherries» „las cerezas, su mote„ plantearon ese fútbol animoso de ida y vuelta, que obliga al rival a descubrir su lado más solidario para salir airoso. En ese escenario el Valencia empató, demostrando de nuevo que sus síntomas de progresión, patentes en una aseada primera parte, quedaban frenados por las perennes limitaciones defensivas.

Con esfuerzo, el Valencia fue creciendo en el partido, una vez asimiló cuáles eran los códigos pre-industriales del juego de su contrincante. Así fue como Enzo Pérez tomó la matrícula y levantó un palmo del suelo a Adam Smith, el áspero lateral diestro de los locales con nombre de economista clásico que se había dedicado durante media parte a morder los tobillos y dar alguna colleja a Gayà y Santi Mina, marcando el territorio. «Te he visto», musitaba Enzo. El colegiado, mister Malone, no pitaba nada más allá de lo realmente punible, como un codazo de Vezo en la segunda mitad. Sigan, sigan. Nada paraba el ritmo de un encuentro en el que los valencianistas más toscos, como Santos y Orban, se adaptaron con comodidad al fútbol de choque y balones divididos.

En el 17 el Bournemouth pudo adelantarse con un remate de Andrew Surman que rechazó el poste. A poco que el Valencia consiguiera imponer su mayor calidad técnica, como en el primer regate siempre ganador de Cancelo, el duelo iba a tener color visitante. Gayà rescató en el 19 su conexión con Paco Alcácer, que no alcanzó a peinar un centro cruzado de su buen amigo.

El gol de Enzo culminó la progresión valencianista. El argentino, que se iba agigantando, recogió una perfecta dejada de espuela de Alcácer y se gustó con varios recortes antes de batir al meta Boruc. Dean Court aplaudió un gran gol. Antes del descanso, Medrán „muy completo en tareas defensivas„ casi repite con un libre directo.

Ayestarán introdujo en el descanso a Carlos Soler, Vezo y Cartabia, para que el Valencia no bajara enteros. Los blanquinegros estabilizaron el dominio de la posesión y el fútbol ya no parecía tan agitado. Sin embargo, varias rachas consecutivas de córners para los rojinegros confirmaron que el partido estaba aún vivo. En el 63, en una descoordinación defensiva, Afobe empataba y la grada rugía: «Cherries, cherries!!». El aluvión de cambios en el último cuarto de hora destensó el desenlace. El sábado ante el Palace espera una prueba de más nivel. A diferencia de las buenas cerezas, el color de este Valencia todavía no es maduro.