Enzo Nicolás Pérez (Mendoza, 1986) es uno de los jugadores que se ha rebelado a su suerte en el sombrío panorama que envuelve al Valencia en esta pretemporada y ha sabido salir reforzado. El internacional argentino se ha convertido en una de las piezas a las que se aferra el entrenador Pako Ayestarán en espera de que el proyecto empiece a carburar. Desde que hace pocas semanas se abrochase el brazalete de capitán, Enzo ha respondido al rol de liderazgo que se le presuponía desde que fichó por el club en el mercado invernal de la campaña 2014/15 por 25 millones, desde el Benfica.

El centrocampista ha revertido todos los pronósticos, empezando por el suyo propio. En el inicio de la pretemporada su nombre estaba en el listado de salida. Afectado por las lesiones y un juego irregular, su rendimiento había estado muy por debajo de su coste (2´5 millones de euros anuales de salario) pero también de su capacidad real. De ahí que Ayestarán, necesitado de referentes, haya acabado por rescatarle e incluso entregándole galones.

Su capitanía ha sido objeto de debate. Una responsabilidad de tal calibre recaía sobre un futbolista que no había brillado y que no parecía del todo integrado en el proyecto como para representarlo. Es cierto que no se trata de un capitán al uso. Escapa de la imagen representativa que ha abanderado a los portadores del brazalete del club. Tanto como los jugadores valencianos, criados en la entidad y que hicieron historia „desde Puchades a Albelda, pasando por Roberto Gil, Claramunt o Fernando„, así como los casos de fichajes externos cuya contagiosa personalidad les convirtió en líderes de la manada, como Lubo Penev o Santiago Cañizares en la era reciente. El carácter de Enzo es, en cambio, reservado y traslada un cierto aire de desconfianza, lejos del cliché locuaz que acompaña a los argentinos. Tampoco concede entrevistas personales y no se prodiga en sala de prensa. Una costumbre que se remonta a malas experiencias pasadas y al proteccionismo con el que el Benfica blinda públicamente a sus jugadores.

Entonces, ¿qué ha visto Ayestarán en Enzo? El secreto reside en el trabajo callado del futbolista en el día a día. Es un capitán de puertas para adentro, con un proteccionismo casi paternal con sus compañeros. Las ventas en el Valencia han reducido la media de edad en una plantilla ya de por sí joven, y Enzo ofrece esa cuota de veteranía, acompañada de otro intangible, el temperamento «canchero». En un equipo con una alarmante inocencia, Enzo ha desplegado el conocimiento de los códigos del juego, desde marcar el terreno a los adversarios como protestar al árbitro. Los dos amistosos ante Bournemouth y Crystal Palace, equipos de perfil belicoso en la Premier, fueron un buen ejemplo. Si de una vez le respetan las lesiones será un jugador relevante. Y la solución eventual de Ayestarán, una medida con visos de ser definitiva.