Soy valencianista, mi amor al club es incondicional. Desde niño festejando las victorias, sufriendo con las derrotas, llorando y riendo me hice persona acudiendo habitualmente a Mestalla, lugar que considero mi casa. Vivo una pasión compartida con mis amigos, el Valencia CF nos unió. Con ellos me reúno cuando juega fuera para ver a nuestro equipo. Llevamos demasiado tiempo desilusionándonos partido tras partido impotentes ante la política del club. Actualmente me siento desencantado, desconcertado y, lo peor, desconfiado con el rumbo que ha tomado el Valencia CF. Hay que decirle a la afición la verdad. No quiero seguir desalentándome hasta que emocionalmente no pueda más y deje de ir al campo que me vio crecer desde niño con Keita; en la adolescencia emocionarme con los goles de Kempes; en la juventud esperanzarme con la valencianización del equipo con Voro, Camarasa o Giner, y en la madurez ver cómo renacíamos ganando títulos y siendo importantes en Europa. Quiero seguir sintiéndome orgulloso de ser valencianista y disfrutar de una de mis pasiones, gane o pierda, pero con valores e identidad.

Lamentablemente la situación del Valencia CF es un espejo de la realidad de la Comunidad Valenciana, mal financiada, sin Televisión propia, sin Bancos valencianos, sin el corredor Mediterráneo, con un feroz endeudamiento y desprestigiada gracias a una corrupción galopante fruto del estallido inmobiliario. Pienso que la gestión de dirigentes como Roig, Soler, Soriano o Salvo nos condujo a una venta indigna al Sr Lim. Aquellos polvos trajeron estos lodos.

El aletargamiento de Mestalla no puede durar más, la sociedad valenciana debe reaccionar unida. No podemos permitir que nos roben el sentimiento, la ilusión por seguir unos colores que están siendo mancillados por nefastos gestores y por líneas mercantiles. Animo al Sr Lim a que venda el juguete que se compró. La situación llega a impedir que el propietario pueda asistir al acto de presentación de su equipo. Ustedes lectores, ¿encuentran una ausencia más humillante? ¿Sienten vergüenza cuando circulan por la avenida de las Cortes valencianas y contemplan ese Campo Fantasma? ¿Conocen un sainete mayor que el proceso de venta? ¿Qué compromisos se están cumpliendo del pliego de condiciones de ése proceso? ¿Consideran al club organizado? ¿Conocen a los responsables de las distintas áreas? ¿O no hay áreas? ¿Qué les pareció la desaparición de la anterior dirección técnica y su sustitución por el modelo marcado por el agente Mendes? ¿Si les nombro a Mustafi y Otamendi les ayudo? ¿Nos hemos preguntado por qué un futbolista titular nuestro prefiere abandonar para calentar banquillo en otro club? ¿Todavía no se ha enterado el Sr. Lim de que el objeto social de su inversión es fútbol?

Contéstense, pero verán como sus respuestas conducen de manera inequívoca a una incomprensible pérdida de valor de la respetable inversión del propietario.

No creo en Lim. Me gustaría que vendiera, que recuperara su dinero y que con dignidad se marchara. No sé si es posible. Creo en las personas por sus gestos, por su capacidad y por sus emociones. En junio tuve la oportunidad de escuchar una conferencia-coloquio en la que participó Santiago Cañizares y otros ponentes.

Me animó, me demostraron con riguroso y desinteresado análisis la viabilidad del club, manteniendo respeto a su historia, valorando solvencia y suficiente capacidad de generación de recursos y acertando en las personas que sin garantizar el éxito, aminoren riesgos a través de su trabajo, dedicación y sentido común.

Eso sí, falta el capital. ¿Acaso no existe un tejido empresarial importante en nuestra Comunidad para que el club de nuestros amores no se prostituya?