Nadie duda de las buenas intenciones del entrenador, Cesare Prandelli, cuando, en la víspera del enfrentamiento ante la Real en Anoeta, exhortó públicamente a los jugadores a abandonar el club si no sentían «amor por la camiseta». Sin embargo, Anoeta no vio un Valencia extramotivado como pretendía el técnico sino más bien bloqueado, como en los partidos anteriores. En estos casos, los jugadores prefieren que las broncas lleguen en privado, de puertas para dentro. De lo contrario, se sienten todos señalados y sin distinción. Con consecuencias indeseables, como sucedió el sábado por la noche en Paterna,cuando una cincuentena de ultras acudió a la Ciudad Deportiva para insultar y amedrentar a los jugadores, que acababan de perder en Anoeta.