Marcelino, un tipo que respira fútbol las 24 horas del día, nota casi como un secuestro las sanciones que le impiden dirigir a sus equipos. Esta noche contra el Zaragoza podrá volver a la banda, pero el domingo en Getafe volverá a ver el partido lejos del césped. Por más que no afecte al rendimiento del equipo, no es una situación que asuma con comodidad. Por la sanción y por la leyenda que arrastra, que considera injusta. El técnico del Valencia asimila la situación pero ayer no se contuvo para recordar que otros entrenadores, con querencia a realizar gestos airados, no son castigados: «Mi situación no es fácil. Es indudable que me gustaría estar en el banquillo y poder ejercer mi profesión con total normalidad, pero una decisión me lo imposibilita», indicó.

«Lo intento llevar con naturalidad y al equipo no le influye, pero me sorprende que después de 130 partidos yo sea el único expulsado, cuando se han visto actitudes más propias de expulsión que la mía, en la que no hubo ni menosprecio, ni insulto. Vamos a olvidarlo y a tratar de que no vuelva a ocurrir», añadió.

Un mercado «complejo»

Por otro lado, Marcelino no dio demasiadas pistas de las intenciones del club respecto al mercado de fichajes, tras el «positivo» cónclave con Peter Lim. El preparador insistió en que el plazo que se abre en invierno es «complejo», porque las posibilidades son reducidas y más con el alto nivel del actual plantel. «Hablamos de la marcha del equipo y de futuro y Lim va a apoyarnos en las decisión que tomemos, pero eso no supone que nos vayamos a reforzar. No sé cuántos jugadores van a venir en el mercado invernal, ahora estamos inmersos en plena competición. Para mí, lo más importante son los que están, la propia competición y mejorar al equipo».