El Valencia sigue sin ganar, sin sentirse a gusto, acumulando precipitación y ansiedad a cada paso. Esta tarde, contra el Betis, no se pasó del empate a cero en un encuentro en el que el equipo de Marcelino García Toral adoleció de pausa y orden, frente a un rival que le ninguneó la pelota. Si bien la entrada de Guedes afiló algo más las intenciones blanquinegras, el Valencia continúa lejos de su mejor versión y, para colmo, perdió a Kondogbia. El mediocentro, que volvía a la titularidad tras su lesión, se retiró antes del primer cuarto de hora al notar un pinchazo muscular. Sin gol y con nervios, es el peor escenario posible para recibir este miércoles a la Juventus en el estreno de la Liga de Campeones.

Durante toda la primera mitad el Valencia se movió tembloroso sobre el alambre, incapaz de discutirle el balón a un Betis en el que Quique Setién, el ajedrecista ajedrecista valiente, dispuso como pivotes a Guardado y Canales, dos exblanquinegros que deshacían con triangulaciones cada línea de presión de los locales. Que la posesión iba a ser bética entraba dentro de las previsiones, pero los valencianistas tampoco tenían ni pausa ni orden para armar contragolpes, por mucho que se apostara por dos cuchillos en las bandas como Ferran Torres y Cheryshev.

A los 10 minutos Mestalla empezaba a emitir los primeros murmullos, Cheryshev combinaba con Gameiro, que remataba forzado. No fue una ocasión clara, pero el estadio la celebró como tal, así era el grado de impaciencia ante el control abrumador visitante. Pero ese amgo de reacción se derrumbó con la lesión de Kondogbia, a los 12 minutos. La peor noticia posible. El jugador centroafricano notó un pinchazo al probar un disparo desde la frontal. De inmediato empezó a dar puñetazos de impotencia al césped. No ha aprendido este Valencia, con el escudero Coquelin aún lesionado, a estar huérfano de Kondogbia, el único jugador que con su sola presencia es capaz de transmitir seguridad a todos los que le rodean.

Los minutos siguientes fueron un concierto de nervios. El Valencia era incapaz de robar un balón si no era con falta. Ferran Torres se desquició con una patada temeraria a Guardado, a la altura de la rodilla; Parejo sacó varias veces los codos a pasear ante Junior y Sanabria, y a veces tumbando incluso a compañeros como Paulista? Y Piccini en el 22 salvaba bajo palos el gol cantado de Inui. Rodrigo, el último faro, estaba desasistido y se le veía cansado, sin el punto de frescura para trazar desmarques. Si bien Mestalla se implicó con el rugido de la protesta por unas posibles manos y que Wass templó con frialdad el centro del campo, las aproximaciones fueron aisladas y el Betis fue quien más cerca estuvo de marcar, con un disparo de Sanabria a bocajarro, bien blocado por Jaume, hoy titular.

En la segunda parte no varió la inciativa verdiblanca, pero el Valencia encontró caminos para crear peligro, como en el minuto 53, con la jugada entre Cheryshev, Rodrigo, por fin protagonista con un pase de cuchara y volea con la zurda de Parejo al larguero. Se había roto el partido y Marcelino y Setién añadieron pimienta en el minuto. Joaquín entró entre la habitual ovación de cada regreso a Mestalla, pero el griterío fue ensordecedor con la aparición de Guedes, saludado como un héroe.

El extremo portugués apareció con pegada, la que no había tenido el Valencia en toda la tarde. En la primera lanzó un derechazo desde la frontal que noqueó en el suelo a Sidnei. El partido avanzaba tan agitado, con continúas interrupciones, que urgía en los locales la presencia de una brújula, tal vez Carlos Soler. Pero a Marcelino solo le quedaba una carta (la del canterano o Batshuayi) y prefirió masticar la decisión unos minutos más, hasta optar por el delantero belga, que recibió cinco largos minutos de indicaciones previas de su técnico.

Las críticas a Hernández Hernández encolarizaron el ambiente en los últimos minutos. Con Guedes, el Valencia acumuló saques de esquina y faltas laterales en la que explotar la mayor altura y capacidad física con la que se ha reforzado en el mercado de fichajes, pero no llegaban las ocasiones claras. El Betis, más cansado, amagaba con contras.