El Valencia disparó mucho ayer a puerta (21 veces), aunque muy desenfocado: solo una vez iba a gol y Diego López desvió el disparo a bocajarro de Parejo, como se observa en la magnífica fotografía de JM López.

Es un retrato de los 14 frustrantes empates del cuadro de Marcelino, que, ayer, como en la mayoría de las igualadas, mereció ganar, sí, aunque sin recurrir al victimismo arbitral ni a la fatalidad. El VCF debería haber coleccionado muchas más virtudes para sumar de tres en tres. Y acertar más en los cambios por parte del entrenador, errado en la elección de los jugadores en las dos últimas tablas en casa. Las buenas sensaciones en los minutos finales de Guedes, junto a la solidez de Roncaglia y de Garay, fueron las mejores noticias para Marcelino.

Solo seis victorias de 24 es un balance pobrísimo. Y en casa solo tres victorias, ante Huesca, Rayo y Villarreal, los tres últimos. Los 24 goles a favor no admiten más excusas (la de ayer de Marcelino de haber jugado muchas veces por las tardes, y por eso está algo seco el césped, suena a chiste). Y, sí, el Valencia es realmente sólido (20 tantos en contra), el segundo mejor de la Liga, a lo que ha contribuido el fichaje de Roncaglia en los dos últimos encuentros, una sorprendente roca ayer y ante la Real.

Así es muy difícil cazar al Sevilla, en caída libre pero todavía cinco puntos por delante. Y se han colado otros rivales como la Real Sociedad, un adversario menor la semana pasada en Mestalla. Por cierto, el Levante, pese a sus múltiples problemas de las últimas semanas (con una de sus estrellas entre rejas), solo está a dos puntos.

El VCF jugó mejor ayer que ante la Real, pero sigue sin frescura para marcar. Parejo parece saturado de partidos y eso lo notó el VCF. Con la cabeza más despejada, no se le escapa el remate, a escasos cinco metros, tras un centro desde la derecha de Wass.

Tampoco anduvo fino en el último cambio Marcelino al dejar a un Cheryshev exhausto, mientras Kang In se quedó sin salir. La participación en esa parte final de Santi Mina resultó invisible: venía de una lesión. El segundo periodo fue una pérdida de tiempo perpetua del portero Diego López, sin que nadie de los valencinaistas se quejara de ello. Y sin que el árbitro le urgiera a darse prisa. Una estafa para el espectador.

Parejo falló ocho pases sencillos para él en la primera media hora. Coquelin pasó inadvertido y el Espanyol acabó imponiéndose en el centro del campo gracias al manejo de Darder en el primer tiempo. Al VCF el faltó presencia en la medular. Lo fió todo a pillar una contra. Estuvo a punto Gameiro, con un tirazo al palo tras un excelente pase filtrado al espacio de Ferran Torres. Gameiro y Torres, los más inspirados en el ataque.

La técnica en el pase de Garay superó varias líneas de presión blanquiazul. Sobrino, que empezó muy vivo, se fue difuminando por el desgaste físico. El Espanyol arrancó el segundo periodo perdiendo tiempo: le iba bien el resultado. La parsimonia de Diego López sacaba de las casillas al respetable.El interesado era el VCF en cambiar de ritmo. Y presionar más arriba.

Ovación a Roncaglia

Roncaglia se llevó la ovación de Mestalla al taparle el camino a Borja Iglesias. El VAR estuvo un siglo para revisar un posible penalti sobre Wass: sí lo parecía, pero el órgano de los jueces no lo vio así por las imágenes de las televisiones. EL VAR ha ido perdiendo credibilidad con las jornadas y con la cobardía de unos compañeros incapaces de rectificarse a los otros.

Entraron Guedes y Kondogbia y aquello fue soltar a la caballería, el partido estaba roto. La victoria parecía al caer. La última bala iba a ser Santi Mina. Marcelino dejó en el campo a Cheryshev, tieso, lleno de dolores, y retiró a Ferran Torres. La banda derecha dejó de ser una amenaza para el Espanyol y por la banda izquierda ya no sucedió nada. Otra errada gestión de los esfuerzos, otro maldito empate. La incapacidad ante el gol no es solo mala suerte.