Hemos vivido el centenario del Valencia C.F. con diversos actos, todos ellos cargados de emotividad y recuerdos. Se ha rememorado los orígenes del club, sus primeros terrenos de juego, la construcción del campo de Mestalla, las acequias que había que saltar para llegar al campo, si por ejemplo te desplazabas desde la Fonteta de Sant Lluis.

Igualmente la indumentaria de los primeros tiempos, las rivalidades con el Gimnástico y el Levante. El ascenso a la primera división con la proclamación de la República en 1931, las terribles vicisitudes de la Guerra Civil, la posguerra, la delantera eléctrica, la era de Puchades, la llegada de Walter, los años 60 con Waldo, los 70 con Kempes, y así hasta nuestros días con figuras como Mendieta, el Piojo o en la actualidad con un Valencia que este año jugará la final de Copa.

Todo ello está muy bien. Sin embargo el Valencia tiene también una cara B. Una entidad que despreció a José Rodríguez Tortajada, presidente de los años de la Guerra Civil y un hombre bueno, culto y amante de su ciudad; un Valencia que no dudó en contratar a falsos oriundos; un Valencia que en los 80 y 90 alentó a sus hooligans en el odio hacia vascos y catalanes.

Pero si hay algo que me entristece es la incapacidad de este club para convertirse en una entidad deportiva que represente el sentir de todo un pueblo, que por cada ciudad por donde pase deje muestra de su señoría.

En la década de los años 20 del siglo pasado el Valencia contaba con secciones deportivas como la de atletismo, esgrima o hockey. Muchos de aquellos deportistas lucieron la camiseta del murciélago a lo largo y ancho de la geografía española. Lora, Archelós y Cucarella, los tres atletas del Valencia F.C., dieron la Primera Vuelta a España corriendo en 80 días, en 1926, ante el delirio de miles de personas que salieron a recibirles por cada ciudad por donde pasaban. Lora merece una calle en València.

El equipo de hockey recibió la visita de equipos de España e incluso salió al extranjero. En la década de los 30 el Valencia F.C compitió con los deportistas de la Federación Universitaria Escolar (F.U.E.), y sus atletas y nadadores están presentes en decenas de pruebas.

La Guerra Civil aportó la mayor tragedia social para esta ciudad y el deporte.

En 1959 y ante la inminencia de la celebración de los Juegos Olímpicos de Roma, y el boicot en 1956 del gobierno de Francisco Franco a los Juegos de Melbourne en Australia, el estado español decide actuar en el campo e invita a los grandes clubes de futbol a crear secciones deportivas. En 1960 nace la sección de atletismo del ahora Valencia C.F. y durante décadas sus atletas se distinguirán en pruebas nacionales e internacionales. También en las instalaciones de Mestalla se juega a baloncesto y a balonmano, y se inician las primeras mujeres en el atletismo. La halterofilia dispone en Mestalla de un gimnasio y de una sección potente.

Todo ello desaparece en los 70, salvo el atletismo gracias a Antonio Ferrer y a Emilio Ponce. En los 90 la llegada de Paco Roig al Valencia C.F. supuso el fin de la sección atlética, la joya de la corona.

En esta cara B habrá que recordar el descenso a la segunda división, y la figura enorme de Arturo Tuzón, el hombre que le devolvió la dignidad al club.

Luego vinieron triunfos, títulos, dos finales consecutivas de la Liga de Campeones y grandes entrenadores. Algunos de ellos salieron del club ante el tufo irrespirable que se vivía.

Y entramos en el siglo XXI con grandes propósitos. En el 2008 se tenían que haber celebrado los mundiales de atletismo en el Nuevo Mestalla que iba a contar con una pista de atletismo al modo del estadio de Saint Denis de París.

Creo que todos nos felicitamos por estos 100 años de luces, como también del historial de otros equipos como el Levante, Vila-real, Castellón, Alcoyano, Elche, Hércules, pero sin duda si queremos avanzar no habrá que olvidar las sombras que esta entidad proyectó en el pasado, para corregirlas y hacer del Valencia C.F. la entidad no solo más internacional de nuestra tierra, sino también para poder decir que es el club que representa a todo un territorio que necesita, hoy más que nunca, de personas que proyecten la hidalguía, la honradez, el saber ser y el saber estar.