Decenas de miles de gorras blancas, entregadas gratuitamente para hacer frente al calor, fueron el símbolo del hartazgo. Con el empate final frente al colista Leganés, un gran sector de Mestalla las aireó al grito de "Peter vete ya". Una grada en pie de guerra, un equipo en transición táctica y un partido a más de 30 grados. Con esa mezcla se cocinó la empanada que sacudió al Valencia en Mestalla, y de la que se aprovechó un Leganés, que llegaba sin puntuar y que arrancó un empate sin sensación de haber sufrido un asedio considerable. El partido era fundamental para dar continuidad a las buenas sensaciones de Stamford Bridge. Como ya sucediera en el Camp Nou, en los minutos finales con Kang In Lee se alumbró un futuro soleado para cuando se disipe esta confusión.

Con ocho años viviendo en la ladera del volcán, Daniel Parejo Muñoz ya conoce todas las emociones que se convocan en Mestalla. Las ha sufrido y disfrutado. El de Coslada es un capitán moderno, que sabe que los partidos ya empiezan a gobernarse a golpe de tuit, una evolución de aquellos dardos que Luis Aragonés mandaba los viernes para alterar el sueño de jugadores y presidentes rivales. Parejo dejó escrito en la previa que «necesitamos a Mestalla, nos dejaremos la piel en Mestalla». Intuía lo que acabó sucediendo en el primer acto contra el Leganés. Mientras en el terreno de juego el Valencia intentaba abrirse hueco entre la defensa de cinco efectivos de los «pepineros», la grada arrancaba en oleadas irregulares y procedentes desde distintos sectores contra Peter Lim y Anil Murthy. Si bien en los compases previos al partido o en la pausa para refrescarse, los cánticos llegaron a contar con cierta sonoridad en un estadio moteado de gorretas blancas, con la pelota en juego muchos hinchas vieron la protesta como inoportuna y así lo hicieron con silbidos.

«Necesitamos a Mestalla», dijo Parejo. Y sobre todo porque en un ambiente viciado, hasta con algún cántico nostálgico hacia Marcelino (error, Mestalla es el templo de la antimelancolía) el partido se movía sobre una aparente comodidad, con el Valencia tratando de estirar por los extremos la tupida defensa del Leganés. Geoffrey Kondogbia se hizo fuerte en la medular pero, a diferencia de la claridad de ideas exhibida en Londres frente al Chelsea, se notaba poca destreza para desarrollar el 4-3-3 pretendido por Celades en fase ofensiva. La presencia de Maxi Gómez como nueve era indicativa de la voluntad de enviar centros que no llegaban a producirse, salvo en alguna internada de Wass y alguna falta lateral de Parejo. La desconcentración ambiental, con la seguridad privada retirando pancartas críticas, pareció contagiarse al césped, con dos ocasiones clarísimas del Leganés, en el 5 y 25, en las que Siovas y Braithwaite remataron sin marcaje. El partido solo se podía romper con una brochetazo de calidad, como hizo Rodrigo para inventarse un eslálom, dejar atrás a Siovas y caer al suelo ante la carga de Rubén Pérez. Estrada Fernández, validado por el VAR, apreció el contacto como punible y Parejo marcó fuerte y por el centro. No era una tarde para sutilezas.

Con la ventaja en el marcador arreciaron los cánticos, pero era el Leganés quien seguía rematando con asombrosa facilidad. En el 35 un disparo de Siovas, rebotado en Carrillo, acabó en los pies de Óscar, que batió a Cillessen por el palo corto.

En la primera parte se había echado de menos a Gonçalo Guedes, que amaga con regates sin poder salir de su propio laberinto mental. La suplencia en el Bridge no parecía haber picado su motivación. Fue por eso que cuando en la primera jugada de la segunda parte, el de Benavente intentó una furiosa individualidad con disparo final ajustado, Gayà y Maxi acudieron raudos a levantarlo del suelo. Celades leyó que la calurosa tarde necesitaba de un chispazo de alegría. Y así saludó Mestalla la entrada de Kang In Lee, que tiró un taconazo en su primera intervención. La movilidad del surcoreano dio otro aire a la última media hora de partido. Toda su desbordante frescura es la que echa en falta Guedes. La intentona final del Valencia fue desesperada y con corazón se rozó la victoria. Bustinza salvó bajo palos la primera, y Rodrigo no llegó a empujar un pase de Ferran tras un prodigioso pase filtrado de Kang In Lee. Con el silbatazo final, ya nada pudo frenar la protesta de las gorras blancas.