Hoy sí. Era la frase más repetida en las inmediaciones del viejo coliseo. Mestalla volvió a respirar fútbol del bueno con la presencia de casi 30.000 aficionados en las gradas. No se colgó el cartel de ‘No hay billetes’ de milagro. Porque hubo cola en taquillas hasta casi hasta el final. Solo se quedaron por vender mil entradas. 28.000 almas rugiendo que sonaron a 55.000. Y los que se quedaron fuera porque hubo un buen número de valencianistas (la mayoría jóvenes) que se acercaron al recibimiento al autobús del equipo a pesar de no tener entrada. Había ambientazo fuera del campo con las terrazas de los bares llenas de aficionados con camisetas, cervezas, bocadillos y todo lo bueno que acompaña a una previa. Lo bueno y lo malo porque también volvió el tráfico y el típico caos de las horas previas. ¡No había sitio para aparcar! También volvió la reventa con entradas por encima de los 200 euros. Mestalla volvía a ser Mestalla.

Había ganas de fútbol, pero también de reencontrarse con amigos de fila o sector y recuperar las viejas tradiciones. La sensación dentro del campo fue de lleno hasta la bandera. Solo la antigua grada jove (con voluntarios) estaba despoblada. El embajador y leyenda Ricardo Arias se frotaba las manos desde el palco de autoridades.

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Emocionante fue ver a la grada arrancarse con el Amunt, Valencia! y vibrar como hacía mucho tiempo cuando la megafonía nombró uno por uno a los jugadores. Para ovación la que se llevó Bordalás. La afición se quedo fría con las lesiones de Carlos Soler y Thierry Correia, se encendió contra el árbitro (pidió la roja a Casemiro), se echó las manos a la cabeza con el remate al cielo de Gonçalo Guedes, tembló cantando ‘Madridista el que no bote’ y se dejó la voz animando a los suyos como si fuera la última o la primera vez. Era el caso. Hasta que llegó el gol de Hugo Duro y la locura colectiva. «Tocó en Hugo Duro!». El valencianismo tocaba el cielo durante un rato. Remontó el Madrid. Pero el Valencia y Mestalla han vuelto.

Unos aficionados celebran su presencia en el campo. | J.M. LÓPEZ