Teresa Casquel Tomás*, Valencia

En la comarca del Comtat, un confuso conjunto montañoso cae sobre la vertiente meridional del valle del río Serpis como un acertijo de difícil solución; el cercano aroma de la Serra Mariola, y la solemne crestería del Benicadell desdeñan a sus vecinas sierras de la Albureca, Cantalar, Cantacuc, L'Almadec que con sus formas aparentemente anodinas, esconden en su recortado interior profundas arterias que el agua y los agentes geológicos han dibujado sobre ellas y ocultan en valles y ensenadas la delicia de los oros otoñales en choperas y saucedas, de los ocres de la tierra en las olmedas y la iluminada pureza invernal y primaveral en los almendros y cerezos.

En lugar no determinado de este atropellado relieve, allá por donde se tocan la Serra de Cantacuc y la Foradá, nace el barranco de Margarida, fruto del encuentro de una serie de modestos regueros de corta duración que lo alimentan con sus escuetas aguas; el curso serpentea entre cerradas revueltas dejando en altura el castillo de Margarida, inaccesible, desafiante y maltrecho, desde donde se descuelgan las vertientes que descansan sobre el cauce del barranco; de carácter más dócil, las pequeñas aldeas de Margarida y Catamaruc acomodadas en la ladera de las sierras de Cantacuc y Almudaina respectivamente, quedan de forma tajante separadas por la hendidura del intrépido congosto; los caprichos toponímicos de cartógrafos o pobladores hacen que sea a partir del puente de Calderes cuando el entretenido camino del agua se convierte en barranco de L'Encantada, joya paisajística de la histórica Baronía de Planes. Entre nombres tan evocadores como la Peña de L'Espill, el Tossalet de la Dona o el Morro de L'Encantada, los plegamientos son seccionados a golpe de la poderosa dama acuática y la corteza caliza se contagia de la leyenda que ronda por estos parajes cargada de hechizos moriscos. En tan sugestivo escenario, una doncella es el personaje principal de un sortilegio que la convierte en celosa guardiana de tesoros encerrados por los moros en una cueva del abrupto barranco, ante su inmediata expulsión.

La tradición oral ha recogido lo que la imaginación ha ido tejiendo durante siglos y la aparición de la joven encantada cada 100 años, es una correcta fantasía que rodea y acompaña al caminante por el Toll del Salt o el Clot del Molí, la zona más concurrida del barranco. Como un encaje de blonda, los resaltes rocosos van hilando formas en los crestones, vaciando aquí, rellenando allá y dejando que a sus pies la humedad tiña de verdor chopos y frutales y las hiedras oculten las pequeñas historias cotidianas en corrales, molinos y casetas de monte.

No han podido caer en el olvido los ecos moriscos que resuenan por los valles de Seta, Ebo, Gallinera y Planes que fueron caminos del destierro para los forzados al exilio y de esperanza para repobladores que ocuparían las propiedades abandonadas. Muchos de éstos vinieron de Mallorca y así el "Camí dels mallorquins" cruza el barranco de L'Encantada muy cerca del "toll" del Salt. No demasiado lejos del lugar del encantamiento, Planes, villa capital de la Baronía del mismo nombre, tiene a su cargo las aldeas de Benialfaquí, Margarida y Catamarruc; históricamente la demarcación incluía también la población de Almudaina y restan solitarios los caseríos de Los Llombos, Burbaca y Abta que, tras el forzado abandono morisco, quedaron desiertos. Sobre las faldas de un cerro, el pueblo asciende de forma desordenada entre callejuelas y casas bien cuidadas; las que miran al Serpis finalizan bruscamente en un amplio mirador sobre el valle y montañas que lo circundan y los restos de lo que fue la importante fortaleza del caudillo Al-Azraq, interrumpe con sus paredes de tapial, el encantador desorden callejero. De frente, la ermita del Santo Cristo se halla envuelta entre pinos y cipreses. El primitivo templo gótico, con adornos posteriores, cede el protagonismo en el paisaje a un Via Crucis, acrobático "Camino de la Cruz" que con 14 hitos que lo jalonan, asciende desde el pueblo hacia el cerro del Cantalar donde llegan cansados los rezos cuaresmales.

*Centre Excursionista de València