El 15 de diciembre de 1989, hace 22 años años sufrí un atentado del Grapo junto al coronel Juan Marco Arnau. El coronel sufrió en su cuerpo los impactos de tres balas y estuvo en el hospital un tiempo para recuperarse física y mentalmente. Yo no tengo ninguna cicatriz pero que te apunten a la cara y te digan si te mueves te mato y al mismo tiempo ver cómo tirotean a una persona y cae al suelo delante de ti lleno de sangre, son imágenes que no se olvidan.

Cuando se estaba recuperando fui a visitarlo al hospital y me comentó que gracias a mí no estaba muerto ya que con mi posición entre la acera y el coche no dejé espacio al asesino evitando un tiro más certero y que menos mal que fue ella la que me apunto a mí y no el chico más inexperto, ya que si le llega a disparar ella no hubiera fallado, ya que había cometido varios asesinatos. Siempre recuerdo el atentado cuando se acerca diciembre, y después de tantos años hoy me atrevo a sacar a la luz mis pensamientos. Pienso que mi coronel me tenía que haber avisado de que estaba amenazado y que corría un gran riesgo al ser su soldado chófer y estar a su servicio todos los días. Pienso que estaba realizando obligatoriamente un servicio militar al Estado que cortó mi carrera tenística ya que estaba en ese año entre los 20 mejores jugadores españoles y durante un año no pude competir, bajando en la clasificación. Pienso que después del atentado no me quedaron fuerzas mentales para seguir entrenando duro y volver a subir en la clasificación y estar entre los mejores jugadores españoles. Pienso, y esto es lo que más me duele, en el olvido e indiferencia de todos estos años por parte de mi coronel, de Capitanía; del Ayuntamiento de Valencia, de D. Ricard Pérez y sucesores; de la Generalitat Valenciana, de D. Joan Lerma i Blasco y sucesores, del Gobierno de España, de D. Felipe González y sucesores; y de todos los políticos valencianos que podían haberse preocupado por mi estado o el de mi familia. Pienso en mi madre y en el sobresalto y angustia al oír esa mañana por la radio que en Valencia el Grapo había tiroteado al militar Juan Marco y no decían del conductor y pensó que me habían matado.

Ese día del sobresalto y de la angustia vivida cayó enferma y no se ha recuperado. Solo mis padres, mis hermanos y amigos me cuidaron y ayudaron en aquellos meses después del atentado de miedos y ansiedades. Los organismos están para cuidar al ciudadano, pero mucho más cuando sufre una situación especial en la que está realizando un servicio obligatorio como la que yo viví y he relatado.

He aguantado estos 22 años sin expresarme y sin que nadie lo sepa y tan solo hubiera bastado para no escribir este texto una carta de cariño para interesarse no por mí, sino por el estado de mi madre, ya que las madres son siempre las que más sufren.

Con eso, hubiera bastado.

*Víctima de un atentado del GRAPO