En el vademécum milagrero de Sant Vicent Ferrer -en su proceso de canonización fueron acreditados 909 milagros, lo nunca visto en Roma- se le atribuyó desde antiguo ser abogado de las mujeres estériles y de los felices partos para las que compuso una "receta" al objeto de que su bendición les proporcionara el fruto deseado.

La encontramos en una biografía sobre el santo que escribió en 1682 el dominico fray Andrés Ferrer de Valdecebro, y consiste en que las mujeres estériles si quieren tener hijos: "vivan bien, y procuren no pecar, y que no nieguen el debito a sus maridos, que se ofrezcan a Dios por la mañana, rezando el Credo, y por la tarde el Rosario de Maria Santisima todos los días y que lean, las que supieren leer, el Psalm. 127 que es: Beati omnes qui timent Dominum; y las que no supieran leer, hagan que se lo lean, y lo oygan con atención, que allí ofrece el Serenisimo Rey David, que serán fecundas como vides las mujeres; tendrán hijos como renuevos de olivos, y verán con paz y abundancia a los hijos de su hijos".

También se le consideró abogado para alcanzar la contrición y la conversión perfecta, arrojar demonios, librar de las puertas de la muerte, milagroso para todas las enfermedades, contra la peste y epidemias, contra las enfermedades contagiosas, abogado de navegantes, protector en los terremotos y tempestades y para hallar las cosas perdidas o robadas.

Tal era la fe que se tenía en él que a finales del siglo XVI se declaró en Xàtiva una epidemia de peste, que amenazaba a expandirse hacia Valencia. Cuenta la tradición que para hacer a ella "se apareció el Iris de la Paz, se dexó ver milagrosamente nuestro tutelar, y Paysano san Vicente Ferrer sobre dicha Puerta, (el portal de Sant Vicent, junto a la Roqueta) con una espada en la mano levantada, con ademán de defender a Valencia, de la plaga. Con efecto no entró en esta ciudad la Peste. De resulta de tan propicia acción y agradecida la Ciudad a la protección de nuestro Santo Paysano, resolvió poner allí una estatua de Sant Vicent Ferrer, y como Patrono del Reyno, y que havía preservado a la Ciudad de la plaga que por aquella parte de Xativa la amenazaba, se colocó a la parte de afuera, en un nicho o casalicio, sobre la misma Puerta, y con el mismo ademan o positura, que fue visto, de la espada levantada".