Las sábanas se le han pegado este domingo más que cualquier otro a miles de valencianos y turistas que durante la noche de ayer disfrutaron de la "Gran nit de juliol", una de las pocas oportunidades al año de vivir la cara cultural de la ciudad con nocturnidad y, más que alevosía, gratuidad.

Aunque el nombre indique lo contrario, los actos comenzaron al mediodía. La tuna dio la bienvenida a la "noche blanca" del cap i casal en el Mercado Central, rodeada de centenares de curiosos que se acercaron a escuchar el mensaje de invitación a los actos, que comenzaron alrededor de las 20 horas.

Justo a esa hora tuvo lugar la apertura oficial de la noche, con la actuación de la banda de cornetas y tambores San Luis Bertrán de la Fonteta. Las plazas de la Virgen y de la Reina acogieron este desfile, al tiempo que en la plaza Redonda los caricaturistas desplegaban sus aparejos hasta la una de la madrugada para retratar con su particular visión de las cosas a los transeúntes que se ofrecían.

La simultaneidad de los actos quiso que mientras que en el Mercado Central un cuarteto de cuerda amenizaba la tarde y la noche (hubo dos actuaciones, a las 19.00 y a las 22.00horas), una orquesta de cámara hacía lo propio en la calle San Vicente, a la altura de la iglesia de San Martín.

Pero no sólo la música estuvo muy presente en la "Gran nit". Distintas obras de teatro regaron de arte las calles de la ciudad, desde la representación de "Calixto y Melibea", de Camaleón Teatro, hasta "Calcetín y Calceta", de Titola Teatre. También acrobacias de la mano de "Grupo Tanger Show y sus pirámides humanas".

Gran acogida del jazz

En esta cuarta edición de la "Gran nit de juliol", el jazz se situó en un lugar destacado entre los gustos de los asistentes. Así, justo en la medianoche de ayer, la plaza de la Merced aparecía a rebosar de un público que recorría en la calurosa noche de julio las calles de Valencia y que se deleitó al son de Hot Five Jazz Band Valencia. "Deberían repetirse actividades como esta durante todo el año", apuntó Natalia, llegada desde Xirivella especialmente para la ocasión.

Más allá de las actuaciones teatrales y musicales (hubo incluso una orquesta, al más puro estilo verbena de pueblo en verano), los museos de la ciudad permanecieron abiertos hasta las dos de la madrugada, entre ellos el Histórico Municipal, el de l'Almoina, Las Rocas y el Museo de la Ciudad, así como la Lonja y la Fundación Bancaja.

El broche visual a estas 18 propuestas, aunque no precisamente por una cuestión de orden cronológico, lo puso el castillo de fuegos artificiales disparado en la Marina Real, que dejó boquiabiertos a los viandantes que paseaban a orillas del mar.