Del Marxalenes rural que vivía de los cultivos que daba su fructífera huerta apenas queda nada. La ciudad, como en tantos otros casos, engulló por completo sus campos y sus alquerías. El crecimiento industrial tampoco ayudó a preservar la esencia de este enclave de Valencia. Sin embargo, hoy en día se puede dar un reconfortante paseo por el fantástico parque del barrio, que afortunadamente conserva en pie y rehabilitadas algunas de sus históricas alquerías.
No hace ni 30 años que se expropiaron aquellas alquerías que hoy forman parte del parque de Marxalenes. Incluso todavía viven las personas que las habitaron hasta que el ayuntamiento decidió incorporarlas a este gran pulmón verde al norte de la ciudad. Son 80.000 metros donde se rindió culto a la botánica y al agua, en la que continúan en pie, destinadas a otros usos municipales, la Casa Lluna, la Alqueria de Félix, la de Barrintos, la de Voro o la del Foraster. Además se conserva la antigua estación de tren, hoy convertida en museo.
Pasear por el parque no solo sirve para desconectar por completo del bullicio de la ciudad,sino también para sumergirse en las raíces de un barrio. Por eso extraña y resulta incomprensible que otro de los elementos fundamentales del pasado de Marxalenes, la antigua fábrica de aceite (principios del s. XX), siga sin restaurar y en estado de completa ruina.
Una valla trata de evitar que ningún niño o curioso entre en sus dependencias, que han sufrido incluso incendios y que cualquier día se podrían venir abajo. El ayuntamiento se comprometió a rescatarla del olvido y poner en valor esta muestra del pasado industrial del barrio, pero han pasado los años y la actuación se ha quedado olvidada en el algún cajón. Triste favor a la memoria de Marxalenes.
