La pasión por el misterio, la crónica negra y el terror, en sus diferentes acepciones, vive un momento dulce. Y una prueba de ese furor es la expectación despertada por las excursiones organizadas para este fin de semana de Halloween en las zonas más misteriosas de la ciudad de Valencia. Desde hace ya días están agotadas las plazas para las rutas que ha organizado la cooperativa CaminArt y con las que se recorrerán los caminos mágicos, sobrenaturales y negros del «cap i casal». Apenas quedan algunas inscripciones para el recorrido de esta tarde. El sábado, docenas de personas, muchas de ellas disfrazadas, y sin niños „no se recomienda su presencia por lo que se va a narrar„ serán vistos, como si de una peculiar Santa Compaña se tratara, recorriendo a la luz de las farolas los lugares que tienen una historia sobrecogedora.

César Guardeño, uno de los miembros del grupo CaminArt, reconoce que «aunque se organizan durante todo el año, las de estos días han tenido muy buena acogida y se han llenado inmediatamente. Es un fenómeno que está en auge, eso es innegable». Los caminos negros, por ejemplo, recorren los espacios de Ciutat Vella donde se produjeron asesinatos, ejecuciones, episodios de locura, ajusticiamientos... una historia de dolor y sangre, que parte desde el antiguo Hospital, el primer sanatorio mental del mundo. Valencia no tuvo un Jack el Destripador que, todavía a estas alturas, moviliza a numerosos turistas en el East End londinense, pero las historias aguardan en los vericuetos de la ciudada adoquinada. La Ciutat Vella, a pesar de sus numerosas reformas y derribos, todavía guarda muchos secretos y lugares con historias inquietantes que contar.

«Los Caminos mágicos están dedicados a la hechicería. Y, de hecho, en algún lugar del recorrido aparecerán éstas para organizar un aquelarre cuando menos nos lo esperemos. Curiosamente, las hechiceras no fueron especialmente perseguidas en Valencia. Eran a las que se recurría desesperadamente cuando no se podía acudir a un médico. Estaban en la línea de la curandería. No habían hecho pacto carnal». También se pasa por el palacio de la Generalitat, ese edificio sobre el que sobrevuela la duda de si tiene su propio fantasma, fruto de las impregnaciones de un lugar con calabozos, en los que también hubo dolor.