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Cañas y barro

¡Y dale con la Iglesia!

¡Y dale con la Iglesia!

La maquinaria electoral se ha puesto en marcha en la sede de los principales partidos. A quienes nos gusta la política este es el momento más apasionante de cada legislatura: listas, lemas, estrategias comunicativas... Y como no: el programa, las propuestas, las ideas...

Observen, ahí, en esos primeros pasos empiezan a verse las diferencias, las enormes grietas que pueden separar a los partidos políticos.

Y empiezo por el PSOE que ha tirado de su demagogia y lo hace con uno de sus temas preferidos en campaña: la iglesia católica. Así dicen que denunciarán el Concordato con la Santa Sede, y además sacarán la religión del horario escolar. Con el argumento más recurrente y fácil, apelando a esa imagen de una iglesia opresora, retrógrada, anquilosada...

¡Y dale con la Iglesia ! ¿Por qué esa animadversión? ¿A qué demanda social responde su propuesta? ¿Es para la ciudadanía algo prioritario? ¿Por qué esa necesidad de empezar la precampaña denostando la imagen de la Iglesia?

Con sus socios de Compromis están preparando una ley para prohibir que los cargos públicos puedan asistir a los actos religiosos. En Valencia ya lo vivimos cuando el alcalde se desmarcó del Te Deum en la Catedral el 9 d'Octubre, y ahora con la retirada urgente de los crucifijos e imágenes de la Virgen del tanatorio y del crematorio municipal para la festividad de Todos los Santos que celebramos ayer.

¿Estos gobernantes todavía no saben el papel que juega la iglesia católica para mantener el equilibrio en nuestra sociedad?

Es algo que nunca pasará, ¿pero se imaginan que un día, un solo día, la Iglesia hiciera huelga? Lo concretaré un poco más: que fuera la iglesia de Valencia la que decidiera parar por una sola jornada. Les aseguro que habría un colapso, un caos absoluto.

Si Caritas cerrará sus puertas, las de sus despachos y sus economatos. Si sus voluntarios dejaran de asistir y formar a los más necesitados. Si parasen las personas consagradas y voluntarias que atienden los comedores sociales, albergues, centros de menores, asilos y residencias de mayores, centros de rehabilitación de alcoholicos y drogodependientes, los pisos y centros de acogida a mujeres maltratatdas o en riesgo de exclusión, guarderías para madres sin recursos ...Si un día los presos no recibieran la visita de las Hijas de la Caridad o del capellán . Si las hermanas que trabajan en hospitales como la Casa de Salud, dejaran de hacerlo. Si los sacerdotes no atendieran a hombres y mujeres con todo tipo de necesidades, humanas y materiales en sus parroquias. Si los niños no pudieran asistir a las actividades que programan sus monitores de júniors...

¿Se lo imaginan? ¿De quién echaría mano la administración? ¿Y con qué fondos? Y ni qué decir del cuidado y mantenimiento del patrimonio cultural...

La Iglesia católica merece un respeto por parte de nuestros gobernantes. Son tantas las áreas que cubre. Son tantas las personas que se benefician de un trabajo que parte de la vocación, se origina en unos valores de justicia inamovibles, descarta el lucro, y a menudo, el sueldo y hasta las vacaciones...

Estoy convencida que somos muchos los que reconocemos y agradecemos esa mano abierta al desfavorecido, al débil y al necesitado con independencia de su credo, nacionalidad o posición social.

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