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Cañas y barro

Buscando cómplices

Buscando cómplices

Pues no, no me refiero a los cómplices con siglas políticas. No quiero hoy hablar de pactos, presidencias o sillones. Hoy voy a dedicar este espacio a gente que trabaja para dar dignidad a quienes la han perdido; techo a los que se han quedado en la calle y oportunidades a quienes ya no las tienen.

Esta semana llegaba a mi Facebook una publicación compartida por una de mis amigas en la que, sorprendentemente, descubrí a otra amiga, Isabel, del Albergue de San Juan de Dios. Lo curioso es que esa publicación procedía de una fábrica de pinturas de La Roda de Albacete y eso todavía despertaba más asombro en mí. ¿Qué tiene que ver una fábrica de pinturas de La Mancha con un albergue de nuestra ciudad?

Como se pueden imaginar me puse a indagar y pregunté. Al parecer la Obra Social de San Juan de Dios en Valencia ha puesto en marcha una campaña llamada «Tejiendo complicidades», como ellos dicen, «para que nadie se quede atrás». A través de esta iniciativa se busca la complicidad de personas y organizaciones para ofrecer oportunidades a personas que se encuentran en desigualdad social. Así se lo han propuesto y así lo están consiguiendo. Una clara muestra de hasta dónde puede llegar una acción social bien hecha.

Hace años que visité este albergue situado en la calle Luz Casanova de Valencia. Sin duda un orgullo para nuestra ciudad. Cuando se habla de albergue para personas sin hogar imaginamos un lugar sombrío, frío y triste. ¡Nada más lejos de la realidad! El Albergue de San Juan de Dios es, sobre todo, acogedor y alegre pero, además, es bonito y en él se respira paz. Desde luego parte importante de la alegría la aportan los hermanos y los trabajadores y trabajadoras del centro. Y la paz puede que se perciba también en los rostros de los usuarios que por fin han encontrado un lugar donde sentirse tranquilos. Un «bálsamo» como comenta Paco, un usuario que cuenta su testimonio en la publicación que he comentado.

No puedo evitarlo, cuando veo algo así sube mi ánimo. Y es que es una muestra de que todos vamos en el mismo barco. Que las administraciones y los políticos tenemos mucho que hacer para mejorar la sociedad, pero que la responsabilidad última es de cada uno de nosotros. Que las empresas y los particulares también pueden colaborar.

Me ha encantado este gesto de donación de pintura. Cuatro pisos podrán renovarse, cuatro pisos que suponen casi veinte plazas para esas personas que no tienen un hogar. Gentes que probablemente un día lo tuvieron todo y hoy están en la calle arrolladas por una crisis que tanto se ha llevado por delante.

Supongo que esa empresa que aparece en la foto, Jafep, será consciente de la calidad de sus productos pero no sé hasta qué punto sabe la cantidad de ilusión y de esperanza que va incluida en esos botes de pintura que han donado. Mi enhorabuena. Ojalá y muchos otros se contagien de esta propuesta de complicidad. No es cuestión de grandes esfuerzos, simplemente dar un poquito de lo que tenemos y así, entre todos, ir tejiendo ese manto de solidaridad. Estoy convencida de que la implicación de todos es el único camino, el más humano y el más eficaz.

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