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Banderas azules

Banderas azules

La Guerra Civil que sufre la República Árabe de Siria desde hace cinco años ha supuesto una hecatombe para el que era uno de los Estados más prósperos de Oriente próximo. Ha destruido sus infraestructuras, hundido su economía, retrocedido la esperanza de vida a la de hace 60 años, liquidado la base laica de su sociedad, transportado a las mujeres a un infierno digno de la Edad Media en aquellos territorios que escapan al control de las tropas gubernamentales y, algo que suele pasarse por alto, dejado al pueblo palestino sin su aliado principal en la zona, gracias al cual ha podido resistir durante décadas la brutal agresión israelí.

El hecho que ha provocado la atención internacional han sido l@s miles de refugiad@s que, a partir del verano pasado, huyeron de Siria ante la ofensiva del Estado islámico (pertrechado con armamento occidental). La situación no era nueva, ya que desde el inicio de la Guerra cerca de tres millones de sirios y sirias habían abandonado su país, refugiándose en campamentos improvisados en la frontera norte con Turquía y en la frontera sur con el Líbano. Pero ahora era diferente, se dirigían a la UE a pedir ayuda y refugio.

Desde el inicio de la llegada de refugiad@s a los países del este europeo, las muestras de solidaridad de la población europea no han cesado ni un instante, haciendo cálida la recepción de aquell@s afortunad@s que pudieron llegar en un primer momento a países como Austria o Alemania fundamentalmente, y también reclamando de sus gobiernos una política de asilo global y coordinada para los 27 países miembros de la UE.

Desgraciadamente para l@s que huyen de las atrocidades cometidas por el Estado islámico, la inicialmente tímida política de acogida ha acabado con el cierre total de las fronteras de la UE. Así, el pasado 20 de marzo entró en vigor el Tratado entre la UE y Turquía por el que se procede a la expulsión masiva de suelo europeo del conjunto de refugiad@s siri@s. A partir de este momento, iniciativas de todo tipo se han puesto en marcha, una de ellas con un carácter simbólico mayor del que se presume. Me estoy refiriendo a la iniciada por diversos Ayuntamientos que han procedido a la retirada de las banderas de la UE de las fachadas de sus edificios, aprovechando la no obligatoriedad de su presencia en las mismas. Desde que seis municipios sevillanos, todos ellos gobernados por IU, decidieron arriar la bandera de la UE, centenares de municipios en toda España se han sumado a esta medida bajo unos argumentos muy claros: mientras las instituciones europeas sigan violando la legalidad internacional y los derechos humanos en materia de asilo de refugiad@s, la bandera de la UE no volverá a ondear en los edificios municipales.

Por ello haría bien el Ayuntamiento de València en hacer caso a la petición que le ha realizado Esquerra Unida y retirar sin más dilación la bandera de la UE, para así dejar claro que esta Europa no es la nuestra, sino la de la vergüenza y la ignominia.

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