La última vez que se prohibió las danzas eucarísticas de los Seises, integrantes de la procesión claustral de Corpus del Real Colegio Seminario en la octava de la fiesta, es decir el primer jueves después de dicha solemnidad, lo hizo un arzobispo ultraconservador, que sufrió persecución, cárcel y exilio por sus ideas absolutistas a campaña promovida por los liberales. La historia vuelve a repetirse ahora, al ser anuladas por el actual rector del Patriarca. Hace dos siglos fue Veremundo Arias Teixeiro, gallego quien las retiró. El papa Pío VII le nombró en 1814 arzobispo de Valencia cuando siendo obispo de Pamplona estaba extrañado en Palma de Mallorca por sus ideas políticas. Era fraile benedictino en origen.

El nombramiento fue a propuesta del rey Fernando VII, cuando los monarcas tenía derecho de presentación de obispos. El 1 de abril de 1815, el nuevo prelado llegó a Valencia y 73 años de vida a sus espaldas y pronto conoció las solemnidades eucarísticas del Patriarca y su procesión de Corpus, en la que por entonces bailaban Los Seises.

Los niños danzantes

Estas danzas ni siquiera durante la ocupación francesa dejaron de ser bailadas, como era tradicional, y, a pesar de que san Juan de Ribera, en su tiempo postrero, las prohibiera aduciéndose «alguna que otra algarabía». Le debió parece irreverente al arzobispo Arias la presencia de los niños danzantes en la procesión que la prohibió. La Diócesis terminaba con dos años de sede vacante. Había sido perseguido políticamente por negarse a jurar la Constitución liberal, la de la Pepa, lo cual ya denota cuál era su ideología política.

Aquí Arias coincidió con el general Elio al frente del poder que ejecutó con dureza. Pensaba el eclesiástico que «la clemencia desordenada cría desprecios, ocasiona desacatos y causa la ruina de los Estados». Hacía poco que había terminado la Guerra de la Independencia y los franceses habían abandonado Valencia, dejando iglesias depauperadas y conventos aniquilados. Los religiosos que se salvaron de los fusilamientos y deportaciones de los franceses deambulaban sin norte ni destino por territorio valenciano, muchos de ellos entregados a la vida desordenada.

No pudo controlar la situación, por más que lo intentó. Se le complicó la cosa cuando Riego se levantó en armas y abogó por los liberales. Cayó Elio prisionero y fue ejecutado en 1822. Se radicalizó el prelado quien estaba contra la libertad de imprenta y toda suerte de liberalismos. En frente tuvo una fuerte campaña en su contra y todo lo religioso. Le pidió el gobierno liberal un convento para hospital de inválidos de guerra y lo negó, alegando que todos estaban consagrados a Dios y la Iglesia. Ello ocasionó grandes fricciones entre el poder civil y el eclesiástico. Fue detenido en 1820, embarcado en el puerto y desterrado a Perpignan. En 1823, concluido el trienio liberal, regresó del exilio y falleció dos meses después.