«Nos interesa por una cuestión medioambiental. Por una parte, tenemos que buscar alternativas para solucionar un problema que tenemos todos los años, como es el de la paja de arroz. Por otra, por el humo que se produce cuando se queman las fallas. Y por otro, por una cuestión de riesgos laborales en los talleres». El alcalde Joan Ribó acudió ayer a la Universitat Politècnica para bendecir, tanto con su presencia como con una ayuda de 12.800 euros, un proyecto de investigación que trabaja sobre la posibilidad de disponer de un nuevo material para realizar fallas, acompañado de una nueva mejora en la tecnología a base de impresoras 3D, al abrigo del proceso ya imperante desde hace años de emplear recursos informáticos y tecnológicos para realizar fallas.

Paja de arroz y serrín de madera de balsa, convertidos en una pasta, es el material con el que se está trabajando, aunque todavía sin un resultado concluyente. La investigación que presentaron los profesores Miguel Sánchez y Rubén Tortosa, es «transversal», puesto que aúna a Bellas Artes, Ingeniería de la Edificación, Informática, Química y Tecnología de los Alimentos. Aunque en ese primer paso se reconoció que no se había conseguido el objetivo de «producir una pasta que, por sus características de peso, combustión, reciclaje y sostenibilidad medioambiental cumplen con las exigencias del proyecto. En esta nueva fase se establece como prioritario «terminar de definir el material a emplear, así como adaptar el prototipo de impresora 3D para que use este nuevo material».

Una vez conseguido, el siguiente reto sería materializarlo con una escultura «de unos 70 centímetros de altura». El concejal de fiestas, Pere Fuset, puso a disposición la falla infantil municipal para incorporarlo como una pieza de exhibición. El único problema es el tiempo: apenas quedan dos meses para la «plantà». «Las fallas municipales tienen que ser una plataforma para la innovación y la experimentación. Eso siempre se ha defendido. Y ya en las bases últimamente hemos especificado la importancia de que sean materiales de combustión agradable a la vista».

Una cosa es la realización de un ninot infantil. Otra es que el material sea capaz de sostenerse en forma de grandes volúmenes. La última fase habla de crear una impresora capaz de elaborar figuras de mayor tamaño. Y aunque los investigadores se referían a las limitaciones de las piezas por el transporte de los mismos (se refieren a cubos de dos metros y medio), resulta innegable que el material hasta ahora, sea cartón o «corcho blanco», se somete a un gran estrés tanto por su izado con grúas como por su superposición hasta formar remates de cientos de kilos de peso. Por último, la investigación permitirá la adaptación de las fresadoras que ya disponen los artistas falleros. No en vano, los talleres, precarios por naturaleza, han realizado inversiones muy importantes en tecnología y, normalmente, ahora sería prácticamente imposible obligarles a un nuevo esfuerzo económico.