El profesor Juan José López Ibor (1908-1991) fue un reconocido psiquiatra valenciano al que el Ayuntamiento de València dedicó una de las plazas más inhóspitas de la ciudad, en el barrio de Sant Pau (Campanar). Un lugar dominado por seis gran torres de viviendas en el que encontrar un simple banco es misión imposible. Un erial de hormigón que duele con solo mirarlo y enajena a la mente más cuerda. El responsable de este pequeño atentado urbanístico es un aparcamiento subterráneo (que comparte con unas instalaciones de una ITV) que impiden que nada crezca en el perímetro. Por suerte, en la extremo noreste de la parcela no llegaron los tentáculos del estacionamiento y se construyó una zona verde que insufla vida en este paisaje yermo. La proximidad del Jardí del Túria también oxigena los balcones menos agraciados.
Los aparcamientos subterráneos son enemigos acérrimos de la vegetación. También los túneles y cualquier tipo de canalización soterrada. En la plaza del Profesor López Ibor alguien entendió que lo más atractivo y funcional para los seis bloques de viviendas (cuatro de ellas elevadas 14 alturas) era ofrecer un gran estacionamiento subterráneo. Es tan grande que en una parte alberga las instalaciones de una ITV. Bajo tierra, os motores rugen y proyectan sus gases contaminantes. Tal vez por ello, el la superficie nada crece. Ni un mísero arbusto. Nadie diría que hay vida en la plaza, totalmente yerma y dominada por el cemento.
En la esquina noreste de este gran complejo defiende la vida un bonito jardín de barrio, dominado por eucaliptos, algunos ficus y setos que dibujan el contorno de la zona verde. Sus bancos, su fuente para beber y la zona de juegos es todo un alivio que da salud mental a sus vecinos. Tiene otras zonas aliadas en su entorno, la más poderosa, el viejo cauce del Turia.
