En el número 38 de la calle Vicente Ballester del barrio del Cabanyal tres jóvenes montaron hace unos meses un nuevo establecimiento de restauración que ya se ha convertido en todo un referente. «Fumiferro» es una declaración de amor a la comida a la brasa, a los platos valencianos y al chato de vino en una mañana soleada. Como cuenta Adrián Collado, tanto él como sus dos socios, Alex y Andrés, han trabajado durante años en el sector de la hostelería hasta que vieron que el local de 220 metros cuadrados con el que ahora cuentan estaba disponible. Cuenta Adrián que ya le había echado el ojo y sabía de sus posibilidades para el negocio. «Teníamos experiencia de cómo se hacen las cosas bien y mal en la hostelería, y queríamos hacerlo como queríamos...con mucho cariño».
«Cuando cogimos el local nos encontramos ya con el nombre de Fumiferro de la anterior gerente, cuyo negocio había estado abierto unos meses y nos gustó. Se lo consulté a Álex, que es el jefe de cocina, y me dijo que iba perfecto... que sería el punto de partida para nuestro modelo de cocina: la comida a la brasa y los platos ahumados». El siguiente paso era convertir el local en un espacio diferente y moderno. Los tres socios se pusieron en contacto con Ana Galdón, quien por primera vez se enfrentaba a crear la imagen de un negocio. El resultado es espectacular y muy reconocible con un uso de la madera, los colores sobrios, murales, y la recuperación de elementos de la arquitectura originaria. Cuenta Adrián que eliminaron un falso techo y sacaron la piedra original de las paredes.
Respecto a la oferta culinaria, se pueden degustar pescados, sepias, y carnes a la brasa con cuidadas recetas, platos ahumados, así como arroces, una «fideuà» de boletus con foie... que se pueden acompañar de una amplia selección de vinos.
En Fumiferro conviven dos espíritus, el del restaurante y el «streetfood», este último en una terraza en el que se pueden degustar tapas de 2 a 4 euros, como brochetas o minihamburguesas de «figatell». También hay menú diario.
