Fernández (València, 1966) es decano de la Facultad de Enfermería desde 2009, doctor en Enfermería y ahora dirige también la nueva Cátedra de Envejecimiento Saludable, Activo y Participativo creada por la Universitat de València y el ayuntamiento. El propósito de esta iniciativa es crear programas para «mejorar la vida de los mayores y que sean más felices», asegura.
¿La puesta en marcha de esta cátedra es algo que se venía madurando, una iniciativa municipal...?
Se ha ido madurando en el tiempo, pero el punto de partida fue una reunión solicitada por algunas personas del ayuntamiento con la vicerrectora de Estudios. Querían proponer algún tipo de intervención y la Universitat de València les propuso la cátedra, que es un mecanismo de colaboración entre empresas o instituciones externas y la Universitat.
¿Qué es la Cátedra de Envejecimiento Saludable, Activo y Participativo?
Pues es lo que dice su nombre, porque me parecen fundamentales los tres aspectos. Se aborda la salud, la actividad física, mental y social, y la participación de las personas mayores en el contexto social general. Conforme vamos haciéndonos mayores, la sociedad y nosotros mismos nos vamos relegando a un espacio menos significativo. Y eso hay que cambiarlo, porque la actividad, la participación y las relaciones personales agradables fomentan el bienestar y mejoran la salud.
¿Por qué uno se va autorretirando de la actividad social?
Hay distintas teorías, pero una es la sensación de menor capacidad física e incluso mental que te hace sentir que no estás para hacer las mismas cosas que hacías antes. También influye esa creencia general de que la gente más joven es la que más vale. A veces lees que cuando uno envejece se hace más sabio, más reflexivo, pero eso hoy por hoy no se valora.
¿Qué puede hacer la cátedra?
La cátedra va a poner en relación a una serie de especialistas en aspectos como la salud física, psicológica y social con las personas mayores. Podemos mejorar la capacidad vascular y respiratoria de las personas, podemos influir en que tengan unas mejores relaciones sociales, podemos influir en que tengan mayor participación en la vida local y podemos influir en la mejora del ejercicio físico, que produce una sensación general de bienestar.
¿El fin último es elaborar protocolos y pautas de conducta?
Hoy en día, después de la jubilación, hay un promedio de vida de 20 ó 25 años y algo hay que hacer en todo ese periodo. Hay que hacer intervenciones muy concretas, programas de ejercicio físico, programas que mejoren el ocio activo, hay que formarles sobre sus enfermedades y evitar la infantilización, que no se les trate como niños. Y todo esto lo vamos a trasladar a los centros de mayores, que están infrautilizados en este sentido. También vamos a asesorar al ayuntamiento en los servicios que tiene externalizados. Queremos que los pliegos de condiciones incluyan ciertas pautas que queremos que se cumplan.
¿Y cuándo puede haber una aplicación práctica de estos programas?
El día 6 tenemos una primera reunión con el personal del ayuntamiento para trazar una hoja de ruta. Ya hemos hecho mucho trabajo y tenemos propuestas concretas. El envejecimiento me parece una parte de la vida en la que uno ni cambia tanto ni es una persona distinta, simplemente surgen nuevas necesidades que tienen que ser atendidas. Y si conseguimos que las personas mayores vivan esa etapa con cierta pasión, habremos conseguido mejorar su vida y que san más felices.
