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Tribuna

Integración de la judería de Valencia en la red estatal

Integración de la judería de Valencia en la red estatal

recientemente, he agradecido a sus organizadores la participación en el taller «València: reflexionando la ciudad inclusiva», promovido por la Concejalía de Igualdad e Inserción Sociolaboral del Ayuntamiento de València, por la oportunidad de hacerlo desde la memoria de su judería. Lo hice en la creencia de que su conocimiento posibilita nuestra interacción con la ciudad, la defensa del legado judío y la puesta en valor y preservación del patrimonio valenciano.

Judería donde intento ver calles y plazas como los escenarios de la vida de quienes las habitaron y su relación con el modo de ser y creer de esas personas. Espacios en los que hoy, cada persona se relaciona con su ciudad y con su historia; como describe Ítalo Calvino en Las ciudades invisibles: «cada vez que uno llega a la plaza, se encuentra en mitad de un diálogo. [?] La población de Melania se renueva: los interlocutores van muriendo uno por uno y entre tanto nacen los que a su vez ocuparán un lugar en el diálogo».

En cualquier caso, a lo largo del tiempo, como se expresa en un monolito junto a la muralla de la Ciudad Vieja de Jerusalén, «Un peuple illumine sa ville. Une ville illumine son peuple». En el caso del call, la identificación es excepcional. Call o judería se refiere al ámbito urbano o «barrio en el que vivían los judíos» y al «conjunto de los que allí habitaban»; como en hebreo son denominados kahal. Como el call valenciano, donde las huellas físicas de su existencia han sido borradas o transformadas, no ya en los siglos XV y XVI, sino también a lo largo de los siglos XIX, XX y XXI. En 1981, Juan García Atienza ya escribió, en la Guía Judía de España: «la ciudad clave del itinerario [València] no tiene restos judíos, pero sí una historia judía muy importante. [?] València: una ciudad con tremenda tradición hebrea olvidada».

En este sentido, voy a destacar tres hechos para fundamentar mis argumentos ante la moción presentada el pasado 7 de diciembre por la concejala Amparo Picó, en su propio nombre y en el del grupo Ciudadanos, a la Comisión de Cultura del Ayuntamiento de València y su propuesta de acuerdo: «Que el Ayuntamiento de València, como institución, inicie los trámites oportunos para la integración de la Judería Valenciana en la Red de Juderías de España y, por ende, su inclusión en los actos del Día Europeo de los Judíos, fomentando, de ese modo, su promoción y difusión y, en consecuencia, la ampliación de la oferta turística, histórica y cultural de la ciudad de València». En 1996, la Comunidad Israelita de València, tras solicitar información al Ayuntamiento en relación a las excavaciones arqueológicas que se estaban realizando donde históricamente se sitúa el cementerio judío, fue informada de que había enterramientos que, con toda seguridad, pertenecían a judíos que habitaron la ciudad en el siglo XIV. Ante el intento e imposibilidad de que se preservaran los enterramientos, se obtuvo una dispensa para trasladar los restos de aquellos valencianos a otro cementerio judío, el de Montjuïc en Barcelona, el entonces más cercano; previamente se recogió tierra para que siguiera cubriendo los restos (València dispone, desde febrero de 2017, de una parcela en el Cementerio General reservada a enterramientos judíos). El Ayuntamiento también entregó otros restos exhumados en campañas arqueológicas iniciadas tres años antes, que permanecían depositados para su estudio en un almacén municipal.

El hecho, que fue recogido por la prensa remarcando que era la primera vez que se producía en España el traslado de un cementerio hebreo, suscitó controversias; como también sirvió de base a la «Declaración de Barcelona sobre los antiguos cementerios judíos», en enero de 2009, de la que destaco el punto que se refiere a las necrópolis antiguas: «testimonio físico de primera magnitud, insustituible y de importancia capital para el estudio de esta base cultural y de la diversidad y características de las poblaciones que las crearon y utilizaron».

Cementerio judío

Desde mi punto de vista, en «el caso del cementerio judío de València». como se llamó, no hubo manifestación a favor de su preservación ni, luego, se restituyó su memoria: el sitio está esperando, al menos, la placa prometida en abril de 1996 y, como no hace mucho indicaba Josep Vicent Lerma, también espera otra el cementerio de Montjuïc. La voluntad de quienes intervenimos, entonces acusados de expolio del patrimonio valenciano, fue, de acuerdo a la tradición judía, la de la salvaguarda de los enterramientos.

Dos años después salieron a la luz, en la Plaza de los Pinazo, los restos de la muralla cristiana y de su Porta del Fossar dels Juheus. Sus restos y cimientos se integraron en la estación de metro de Colón y en la nueva urbanización de la plaza se incorporaron paneles informando de la presencia judía en València y su judería. El incívico tratamiento recibido por los paneles a lo largo de los años y la indiferencia ante ello, van más allá del olvido del call valenciano: hablan de nuestra ciudad y ella también de nosotros.

Por último, en junio de 2005 fue inaugurada la urbanización de la plaza del Patriarca, un espacio que también fue corazón del call de la ciudad -tras el asalto a la judería el 9 de julio de 1391- y habla de la desaparición del que fue el plano de València. La prensa también se hizo eco del hecho refiriéndose tanto a la urbanización de la plaza, como al homenaje tributado a los 18 premios Nobel que entonces componían el jurado de los Premios Jaume I, como también indica un monolito.

Un artículo hizo referencia a la plaza como el lugar que «hasta ahora era un aparcamiento de zona azul saturado a diario por decenas de vehículos»; otros, la llamaron una «plaza de Nobel».

Estos hechos me devuelven a la moción sobre la propuesta de «integración de la judería valenciana en la Red de Juderías de España», aprobada por unanimidad el pasado 14 de diciembre. En todo caso, tal y como la Directora General de la Red de Juderías, Assumpció Hosta, destacaba en 2015, el objetivo de la Red no es turístico: «el turismo es la manera de desarrollar cuando ya se ha hecho la labor dentro», añadiendo que el primer objetivo de la Red es la restauración y rehabilitación de los cascos históricos, del patrimonio judío en cada localidad; y el segundo paso, las actividades culturales e investigación científica de ese patrimonio; y al final es cuando se desarrollan los productos turísticos.

Frente al deber de la memoria, frente a la reflexión en la ciudad inclusiva -que no solo incluye a la que fue judería- y frente a la voluntad de investigar, recogiendo lo hecho y abriendo caminos para, desde el rigor histórico y científico, (re)conocer e interpretar el legado de la comunidad judía, ahora nos vamos a mover para la ampliación de la «oferta» turística, histórica y cultural (como si la historia y la cultura, reconocidas o no, no fueran intrínsecas a una sociedad).

Solo tendremos huellas pero, comparando el paseo por la ciudad con el leer un libro, atentos a la advertencia de Primo Levi sobre Auschwitz acerca de «las cosas tal y como eran 'allí', y tal y como se representan en la imaginación común», podríamos poner nuestros marcapáginas. Como cuando el 6 de mayo de 2016, en el 476 aniversario de la muerte de Joan Lluís Vives, el busto del humanista, realizado en 1966, fue trasladado a la plaza Margarita Valldaura. También podríamos representar la ausencia, como hizo Daniel Libeskind en el Museo Judío de Berlín. Y solo luego, «cuando ya se ha arreglado la casa y se tiene la información de lo que fue», como también indicaba Assumpció Hosta, «es cuando ya se puede mostrar».

Volviendo a la moción que también dice: «Si integramos a la judería valenciana en dicha Red española nos sumaremos a la celebración del Día Europeo de los Judíos, en Septiembre, y en enero, a la celebración europea condenando el Holocausto».

Tengo que decirlo en voz alta: Como valencianos, podemos celebrar el Día Europeo de los Judíos -que se celebra desde 1996 en 30 países europeos con la intención de dar a conocer la herencia del pueblo judío- si es nuestra voluntad; y, como valencianos, venimos condenando públicamente el Holocausto y conmemorando anualmente el Día Oficial de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad desde su instauración por el Consejo de Ministros español, el 10 de diciembre del año 2004 y en virtud de la promulgación del Decreto 65/2008 del Consell, de 2 de mayo.

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