Si hace unas semanas el Ayuntamiento de València realizaba una suelta de mariquitas en los jardines de la ciudad para combatir biológicamente una plaga de cochinilla exótica (que dificulta el crecimiento de las plantas), ahora el enemigo a erradicar es la araña roja, que está afectando a las rosaledas de los distintos parques. Así la Concejalía de Medio Ambiente ha previsto para hoy una suelta de dos especies de ácaros depredadores (Phytoseiulus permisilis y Neoseiulus californicus), cuya misión es la de engullir a su rival y permitir la correcta floración.

El ayuntamiento de explica que hace ahora un año renovó la rosaleda que el Jardí del Túria tiene en su tramo XII. El espacio se encuentra en estos momentos en pleno rendimiento, por lo que gracias a esta intervención de la Concejalía de Parques y Jardines se evitará la expansión de la plaga de la araña roja. Los ácaros que se usarán están considerados como «fauna útil» para la lucha biológica.

El nuevo modelo de jardinería que está aplicando la concejalía que dirige Pilar Soriano contempla utilizar los métodos menos nocivos para la salud y, a la vez, más respetuosos con el medio ambiente, con el sistema denominado como lucha biológica.

Los ácaros que se liberarán hoy en la rosaleda se alimentan de huevos, larvas y adultos de las arañas rojas que están dañando el rosal. Los daños pueden apreciarse en la parte inferior de la hoja de los rosales. Las arañas rojas succionan el contenido de las células y la clorofila es destruida o desaparece, lo que implica una reducción de la fotosíntesis y del crecimiento de la planta. Además, las manchas en las hojas deprecian ornamentalmente el rosal y las picaduras de las arañas pueden introducir sustancias tóxicas para la planta en algunos casos, llegando incluso a perder las hojas.

«El ataque de las arañas rojas no es letal para la rosaleda, pero sí que puede causar graves daños si no se toman las medidas correctoras oportunas. La aparición de esta plaga ha venido propiciada por vientos secos de poniente y temperaturas elevadas. Por eso hemos decidido actuar ya», explicó la regidora Soriano.

La rehabilitación de la rosaleda hace un año, que estaba en condiciones muy malas, consistió en la sustitución del suelo vegetal -para lo cual fue necesario vaciar más de sesenta parterres- por otro más conveniente para el desarrollo de la rosaleda. En total, se trabajó con más de 1.400 toneladas de tierra y 100 metros cúbicos de materia orgánica.