Los populares -y famosos- de la radio en València que llenaron los hogares valencianos en las décadas de los cuarenta y los cincuenta deben ser recordados frecuentemente. Dos de ellos, en torno al centenario de su nacimiento, merecen que ahora les volvamos a citar, después de que recientemente ya hablamos en estas páginas de aquel «Señor Pérez: el amigo de los niños».

Hoy vamos a hablar de Alejandro García Planas, periodista radiofónico y escrito que en su primera juventud vivió en Argentina, ejerciendo ante el micrófono en Radio Mendoza.

En la segunda mitad de los años cuarenta -del siglo XX- regresó a España y arrancó una carrera imparable en Radio Valencia. Con su micrófono y su magnetófono enorme era visto actuar en todos los acontecimientos ciudadanos, teatrales y, sobre todo, falleros, ya que en prensa también fue asiduo entrevistador de Falleras Mayores. Fue además un asiduo curioso y estudioso de los Ovnis, y su pasión por los «platillos volantes» le llevó a una extensa documentación sobre la materia, lo que expuso en textos y en charlas populares, alguna de ellas en el Ateneo Mercantil.

El otro locutor casi centenario al que nos referimos es Vicente Garrido Olmos, que alternó su actividad ante el micrófono con su profesión sanitaria en el Hospital, al tiempo que en horas de asueto se acercaba a los medios aéreos, siendo un asiduo del Aeroclub valenciano. Y es de destacar que un retraso de su esposa, la también locutora Amparo Mayol para salir de casa -en su domicilio de la calle del Micalet- le salvó la vida, pues debía emprender un vuelo en avioneta con un colega y, por llegar tarde, no participó en la desgracia de su compañero, que estrelló el aparato contra una torre y falleció. ¡Descanse en paz!

Vicente Garrido entregó sus jornadas de vacaciones y descanso a Chiva, localidad donde terminó sus días hace una década y que le ha reconocido como uno de sus vecinos más ilustres y entregados a la población.

Nuestro personaje era primo hermano del sacerdote Emilio María Aparicio Olmos, quien ya se distinguió en 1.936 por colaborar en la defensa de la Basílica de la Virgen de los Desamparados, y que sin embargo tres años después trabajó intensamente en defender y ayudar a quienes habían intentado destruir parte de los bienes del templo valenciano.

Tiempo después, ya ordenado sacerdote, fue designado Prior de la Basílica, habiéndose rotulado con su nombre el pasaje contiguo al templo de la Patrona. Y, años más tarde, la congregación que rige el culto del Valle de los Caídos le nombró Abad de aquel cementerio de Cuelgamuros, donde nuestro sacerdote falleció repentinamente en 1.988, con 71 años de edad, a consecuencia de un ataque cardíaco. Esperemos que por este último destino no se discuta la rotulación de su pasaje.