Ayer era un día para homenajear a los fallecidos en los accidentes y siniestros de tráfico, pero también para dar la palabra a los que han logrado sobrevivir, así como a los familiares de los que no lo han hecho. Levante-EMV habló con dos de ellos para que expusieran su caso y sus voces sirvieran también de reflexión y concienciación social ante esta lacra que se lleva miles de víctimas cada año en España.

Entre estos familiares que asistieron al acto convocado en la plaza de la Reina estaba Elena Espinosa. Ella perdió a su hermano, de 20 años, cuando tenía solo 13 y todavía hoy, a sus 31 años, le sigue afectando en cuestiones tan cotidianas como ponerse al volante.

«Fue un golpe muy duro para toda la familia. Sucedió a raíz de una persona que iba con altas dosis de alcohol en una noche de fallas cuando mi hermano ya volvía hacia casa», comentaba Espinosa. Ella añadía que esa pérdida hizo que durante mucho ni se planteara sacarse el carnet de conducir, y que, de hecho, tuviera varios intentos fallidos se conseguir la licencia. Ella, de hecho, conduce desde hace solo dos años porque «es necesario para desplazarnos y trabajar» pero asevera que «para mi el coger el coche me supone un gran esfuerzo cada día».

Poco a poco, ha ido perdiendo el miedo, pero este vuelve a ella recurrentemente cada vez que tiene que presenciar los efectos de algún accidente. Espinosa indica que las «penas deberían cambiar y también cumplirse más». Y exige «más seguridad vial». También agradece el trabajo de Stop Accidentes, asociación a la que ella y su madre forman parte desde el momento en que la tragedia vial entró en sus vidas.

«No siempre se cumple la ley»

Con un globo blanco que recordaba el nombre de su hijo, José Luis Gaspar subió ayer al escenario para recitar un poema de apoyo y ánimo a las víctimas. Antes de ello contaba su caso y recordaba como su hijo menor falleció a los 27 años, tres días después de terminar su carrera de ingeniería cuando un coche envestió al suyo, matando también a otra persona, después de saltarse ocho semáforos en rojo en la avenida Blasco Ibáñez y de circular a una velocidad media de 180 km/h. Además, añade que la conductora también conducía bajo los efectos del alcohol, aunque le anularon luego la prueba de alcoholemia.

Gaspar lamentaba que «la ley existe, pero no siempre se cumple» y ponía como ejemplo su propio caso porque la causante del accidente tan solo cumplió uno de los cuatro años de cárcel que le habían impuesto.

Él asevera que un suceso como este es algo que «nunca olvidas, lo llevas encima siempre, como una enfermedad». Y añade que se obliga a estar siempre ocupado para tener la mente en otro sitio. Finalmente, pide «más respeto al volante y más precaución».