La ciudad continúa su lento discurrir, con sus pequeños y grandes acontecimientos. Pero València ha perdido a una de sus ciudadanas más veteranas. Cuando Dolores Tena nació, Europa empezaba a desangrarse en las trincheras, Joselito y Belmonte se encontraban en plena competencia en los ruedos y el fútbol era un espectáculo minoritario. Ahora, cuando le faltaban seis meses para cumplir los 105 años de edad, se ha ido sin hacer ruido y ha sido enterrada en el Cementerio General, tras una larga, larguísima vida, a la que llegan y llegarán muy pocas personas en la ciudad a lo largo de su historia.

A Dolores la conocimos, o la reconocimos, en el acto de homenaje a los centenarios de 2014, cuando contaba con un siglo «redondo» de vida. Fue una de las centenarias especialmente lúcidas. Con las que se podía hablar y enhebrar una conversación fácil. Una longevidad muy bien llevada de la que reconocía que «Ni yo lo sé el secreto. Los médicos tampoco se explican cómo estoy tan bien». Y reconocía que había tenido una vida bien llevada a pesar de los reveses que le dio. Pero de ahí a verla pasar con apenas «una pastillita», aseguraba tener una fórmula mágica: «carácter, ser positiva, hacer dieta mediterránea y bailar. Y agua y jabón para el cutis».

Reveses le dio la vida porque contaba entonces que quedó huérfana con 19 años y viuda a los 32 y con cuatro niños a su cargo. Así ha vivido más de siete décadas. Buceamos y, efectivamente, encontramos una esquela del año 1949, de Juan Antonio Monfort Tena, gerente de «Alvaro Monfort e hijos», una fábrica de hilados y géneros de punto en Villafranca del Cid. Ahí se recordaba a su «desconsolada esposa», doña Dolores Tena Tena, ella, y los niños, Ignacio, Carlos, Dolores y Maria Carlota. Que la hicieron abuela y después bisabuela. Cuatro generaciones que acudieron a la fiesta del salón de Cristal. Dolores era Tena por partida doble y su marido también tenía ese apellido por parte materna. Porque Tena es apellido endémico de esa villa del Alto Maestrazgo. El padrón, el nombre de numerosos negocios y la casa Mas de Tena así lo atestiguan.

Dolores vio pasar la vida y los acontecimientos. Vivió independiente hasta prácticamente el centenario. Ahora se ha ido camino de la inmortalidad.