El 4 de agosto es un día de fiesta en El Palmar. Una jornada donde vecinos y vecinas, y muchas personas llegadas de muy diversos lugares, se suben a las barcas para acompañar al Cristo de la Salud en su peregrinación al lago. Pero también es, cada vez más, un día para aprender a valorar este entorno natural privilegiado y para reflexionar sobre su conservación, su presente y su futuro.

Ayer, cuando se vivía la primera romería desde que este acto fue declarado, el pasado mes de noviembre, como fiesta de Interés Turístico Provincial de la Comunitat Valenciana, muchos asistentes aprovechaban esta jornada única para comprobar, de primera mano, cuál es el nivel real de las aguas del lago. La problemática en torno a su gestión, sobre todo la referida a la de las compuertas hacia el mar, actualmente bajo el control de la Junta de Desagüe, de la que forman parte los agricultores de la zona, así como el caudal que debe llegar desde la Confederación Hidrográfica del Xúquer, eran temas muy comentados en esta romería.

Especialmente claro se mostraba el presidente de los pescadores del Palmar, José Caballer. Para él, la fiscalía «se ha puesto seria» porque «se ha demostrado que el único interés por el que velaban los gestores de la Junta de Desagüe era el de los agricultores y la albufera tiene muchos más».

Caballer no comparte la decisión del alcalde, Joan Ribó, de apartarse de la presidencia de esta Junta de Desagüe: «Tiene que ser él el presidente y asumir la responsabilidad que le toque. El ayuntamiento es el propietario del lago y el alcalde no puede abandonar. No puede ser tampoco un presidente honorario y dejar que una entidad privada como es la Junta actual haga lo que le dé la gana».

Muy preocupado también por el nivel del agua se mostraba el propio presidente de los portadors del Cristo, que lo es también de los barqueros y los cazadores del Palmar. Así, Manuel Marco, tras destacar las novedades en el acto de ayer como la presencia de castellers llegados desde Torrent, o los fuegos artificiales que se lanzaron tras el regreso del cristo a la localidad, aseveraba que «no hay casi agua en l'Albufera». Él criticaba que ni los agricultores ni los biólogos «ayudan en nada a los cazadores» y recordaba que «hace unos días murieron unos 500 patos en el Tancat de la Pipa por las malas condiciones del agua, algo que no había pasado nunca».

Con las notas de la banda Municipal del Palmar de fondo, tocando canciones fúnebres, en lo que parecía un canto al delicado estado de salud de este entorno natural, concejales de la oposición como Fernando Giner (Ciudadanos) o María José Ferrer San Segundo (PP), mostraban su disconformidad por la gestión que se está haciendo. De este modo, Giner le pedía a Ribó que «actué con responsabilidad por lo que supone para los regantes y porque l'Albufera es un patrimonio de todos los valencianos». Mientras que San Segundo criticaba la actitud de Ribó de echarse a un lado: «Cuando hay una cuestión donde hay que asumir las riendas Ribó, una vez más, es un alcalde en excedencia parcial». Ambos destacaban la importancia cultural, patrimonial y religiosa de este acto y animaban a todos los valencianos a acercarse a estas y a otras fiestas pedáneas. Así lo hacía también la concejala de Pobles, Lucía Beamud: «El Palmar y todo su entorno es parte del patrimonio de los valencianos y valencianas así como todas las fiestas de las pedanías».

Poco a poco, las barcas fueron regresando al Palmar y con ellas el patrón de esta localidad quien, un año más, fue fiel a su cita con su lago y el de todos.