El de Rita Barberá no es el primer retrato que Luis Massoni realiza para una galería de autoridades. Realizó los dos de Antoni Asunción que cuelgan en el Ministerio de Interior y en la Diputación de Valencia. Se separan también de la línea clásica del artista, aunque no tanto como el de ahora.

Massoni tiene un nombre en el retratismo español desde 1973, fecha de su primera exposición en Madrid. Pocos sabían entonces su vinculación familiar con Manuel Benedito, su tío y pintor fundamental de la escuela valenciana del XIX. Fue el primer éxito de quien se había encontrado sin esperarlo, explica, en la vanguardia tras el advenimiento del realismo mágico y el hiperrealismo en la Documenta de Kassel. El momento de conocer también la cara mercantil del arte y de tomar decisiones importantes. Aquella muestra le dejó una cartera suculenta de encargos, dice, y la resolución de «pintar, no medrar».

El ayuntamiento tasó el encargo del retrato de Barberá en 15.600 euros. Obtuvo la cifra a partir del coste del último pagado, el de Clementina Ródenas. El de Barberá será de mayor tamaño. El más grande de la galería, anuncia.